Lo dicho por Miguel Herrera al llegar de la Copa América enseña mucho de lo que es y lo que no es el futbol mexicano.
Unos 60 minutos duró la charla con los medios sin un solo tema central: consistió en un caprichoso menú de preguntas y respuestas, algunas de las cuales parecieron juicio, otras acusación y unas más una declaratoria de la percepción que en algunos deja Herrera: su trabajo
podría ser más eficaz si no se distrajera tanto con apariciones públicas y grabación de comerciales.
Herrera se enganchó varias veces y salió de la trampa en otras. Pero fieles a la costumbre de nuestra historia, se quiere poner en una sola persona el peso del éxito o del fracaso.
El frecuente culto a la personalidad no deja ver con claridad algunas cuestiones básicas que además la corta memoria no ayuda a retener.
Una, que la silla de entrenador nacional incluye críticas, preguntas incómodas y juicios. A eso no se ha acostumbrado Herrera, cuya naturaleza no ayuda a mediar y ponderar, sino a atizar con respuestas impropias de su investidura la dureza de algunos cuestionarios.
Otra, es que a la Copa América, aunque haya ido una Selección que para el "Piojo" no era la "B" -no lo puede admitir por razones de liderazgo y reto ante un grupo- estaba en desventaja respecto a los adversarios.
Para saber a qué temperatura está el agua, hay que tirarse a la alberca. No hay ensayo que valga para determinarlo con certeza antes de la competencia. Y en ella vimos quebrarse emocionalmente a jugadores de los que se esperaba más, errores individuales de gente probada que no pudo con la presión de un equipo -Ecuador- que no había ganado un partido de esta naturaleza en 14 años.
Hay cosas que están en las manos de Herrera. Sus decisiones para lanzar una convocatoria, la manera de dirigir, cómo responder desde la banca y en las conferencias para no generarle mas presión a su entorno... y otras que se deben a condiciones de trabajo que le son ajenas: armar dos equipos, tener poco tiempo para prepararlo y dividirse para medio alistarlos en lugar de concentrarse en uno.
El "Piojo" sólo puede responder por lo que le corresponde.
La Copa América disipó la duda: no alcanza para tener dos Selecciones competitivas. El desplome de este equipo debe tener consecuencias respecto a decisiones futuras de quién podría volver a ser seleccionado y quién queda descartado.
Y también para los directivos y el entrenador. Decidir si vale la pena sacrificar el prestigio logrado contra la experiencia ganada.
Los análisis van mas allá de quién sea el técnico en turno.
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