La Selección Mexicana se juega el viernes su pase a los Cuartos de Final de la Copa América.
Al enfrentar al representativo de Ecuador, los tricolores alternativos de Miguel Herrera irán en pos de esa victoria que garantizaría su avance a la siguiente fase.
Aunque un empate mantendría vivas sus esperanzas en ese sentido, sólo un triunfo los ubicaría automáticamente, sin la necesidad
de esperar otros resultados, entre los ocho finalistas de la competencia.
Para incrementar las probabilidades de obtener esa necesaria victoria, será primordial que la escuadra mexicana vuelva a mostrar una cara similar a la mostrada el pasado lunes ante los anfitriones chilenos.
Sobre todo durante los primeros 45 minutos de aquel buen partido, esta Selección B fue capaz de exhibir a plenitud algunas de las características que distinguen a los futbolistas mexicanos.
Rápidos y resistentes, agresivos y solidarios en el trabajo de recuperación de la pelota, incisivos al ataque, pegajosos en medio campo.... y a veces desapegados o desatentos en los momentos cruciales en zona defensiva.
Es cierto que a final de cuentas un error arbitral les permitió rescatar el empate, pero también es indudable que con esa actuación los tricolores cumplieron con el compromiso elemental: reflejar fielmente el futbol que se juega en México.
Si así volvieran a jugar y siguieran jugando, estarían en condiciones no sólo de obtener ante los ecuatorianos el ansiado triunfo, sino de oponerle después cabal resistencia a cualquier otro adversario, si nos atenemos al nivel mostrado hasta el momento por cada contendiente en este torneo.
Aunque su futuro inmediato luzca incierto (con tantas probabilidades de avanzar este viernes como de quedar eliminado), este equipo ha demostrado que sí cuenta con los argumentos suficientes como para aspirar a una participación que no sólo se quede en decorosa.
Junto a 10 Selecciones de Sudamérica que en general se han equilibrado en la medianía, tras dos partidos el máximo representante (alternativo) del futbol mexicano para nada ha desentonado.
Queda por verse si sigue sin desentonar... y para cuánto le alcanza.
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