El pasado sábado el Barcelona redondeó en Berlín su maravilloso año futbolístico.
Con una inobjetable victoria sobre la Juventus de Italia, los blaugranas obtuvieron el tercero y más importante de sus títulos en este 2015.
Campeón de la Liga, de la Copa del Rey y de la Champions League; una triple corona que el Barcelona consigue por segunda vez en su historia... como ningún otro
equipo lo ha conseguido.
Cinco títulos de la Champions, cuatro de ellos en ese lapso de nueve años en los que en términos generales la escuadra catalana ha jugado quizá el mejor futbol que se le haya visto a equipo alguno en cualquier lado del planeta y a lo largo de la historia de este deporte.
Fue ése el principal triunfo en la cancha de Berlín: el del futbol. Porque tal vez una pequeña parte del encanto de este juego es la siempre latente posibilidad de que no sea necesariamente el mejor quien se imponga; y en esta ocasión sí se impuso, como lleva rato imponiéndose.
Una grandiosa victoria del futbol, porque fue obtenida por un equipo que durante varios años se ha empeñado en ganarlo todo, pero también ha respetado siempre el cómo.
Con este Barcelona queda por completo desnudada la falsa disyuntiva sobre qué es lo más importante en este juego, si ganar o jugar "bonito", como si la propia belleza del futbol no estuviera en jugarlo bien, y como si al jugar bien no se ampliaran las probabilidades de triunfo.
A diferencia de campeones que lo han sido especulando, jugando sólo a que el rival no juegue, primordialmente aprovechando los errores del adversario en lugar de atenerse a sus propios aciertos, este Barcelona respeta principios esenciales del juego como ningún otro equipo los ha respetado.
Manejar el balón lo mejor posible en lo individual y en lo colectivo, acapararlo para tornarse más ofensivo, pero también para defenderse teniéndolo; pensar más en vulnerar la portería de enfrente que en proteger la propia. Jugar divirtiéndose y divertirse jugando.
Por ésas y algunas otras virtudes, el del Barcelona no fue solamente el triunfo del mejor equipo de todos.
Fue, para quienes podemos disfrutar de este espectáculo sin camiseta puesta, un memorable triunfo del juego, una refrescante victoria del buen futbol.
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