BERLÍN.- Dentro y fuera de la cancha se encargó el futbol de volver a sorprendernos en esta semana.
Primero, el domingo, el torneo de Liga MX culminó con una Final inusitada en la que el recientemente goleado goleó y el goleador fue goleado.
Increíblemente, para confirmar la alarmante irregularidad de los equipos mexicanos, el mismo que fue aplastado por su adversario el jueves se
encargó de aplastarlo el domingo para así desteñirle la corona adquirida con mucha anticipación.
Con todo el mérito que pudiera tener la bravía reacción queretana, lo imperdonable fue la actuación de un Santos Laguna incapaz de redondear la única tarea que había realizado adecuadamente para merecer el título: su actuación en la Liguilla.
Así culminó, con los mismos altibajos y la mediocridad futbolística de la Fase Regular, un torneo tan deslucido que obliga a revisar, para corregirlas, las variadas causas que inciden en ese deslucimiento.
Y si en la cancha y en los mexicanos lares el torneo cerró con lo impensable, fuera de ella y en los recintos de la FIFA también se produjo esta semana lo inesperado, la renuncia de un presidente apenas reelegido para continuar en el cargo y prolongar su largo y no muy transparente mandato.
El asunto se hubiera antojado más o menos normal si el pasado viernes Joseph Blatter y sus afifiados hubieran decidido posponer las elecciones para permitir la revisión a fondo de un organismo sacudido unos días antes por instancias que nada tienen que ver con el futbol.
Pero si en su momento podía dejarnos pasmados el descaro con el que Blatter respondió a las fuertes acusaciones, ahora lo que sorprende es la inesperada reversa en su postura, la bienvenida renuncia y la aparente confirmación de que ahora sí la FIFA dejará de ser esa poderosa isla en la que tantos elementos de pantalón largo podían delinquir impunemente.
Aunque falte saber quién lo suple, cuándo, y qué tanto cambian las formas y no sólo las personas, por lo pronto es benéfico para el máximo organismo del futbol que se haya hecho a un lado quien parecía desde hace buen rato moralmente insostenible.
Por lo menos, ya se dio un magnífico primer paso en la urgente necesidad de limpiar a la FIFA.
Ojalá que sepan dar los siguientes quienes deban darlos.
gomezjunco@reforma.com
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