Cómo y cuándo

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Es indudable que en las Semifinales se instalaron los equipos que más lo merecieron en los respectivos duelos de 180 minutos.

Las Chivas avanzaron tras ofrecer ante el limitado Atlas su mejor primer tiempo de muchos años, encabezadas por un Marco Fabián que en ese lapso jugó el medio partido de su vida.

El Pachuca lo hizo porque en los momentos cruciales de los dos partidos, sobre

todo durante el primero, supo desplegar su mejor y muy agradable futbol ante un América que sólo brindó 60 magníficos minutos en el de vuelta, a partir de quedarse con un hombre menos.

El Querétaro, porque confirmó su solidez y equilibrio, y porque supo manejar adecuadamente su visita al Veracruz, beneficiándose de la sapiencia de un director técnico especialista en jugar Liguillas, en cómo encarar los partidos en los que más está en juego.

De los semifinalistas, solamente el Santos Laguna mostró su nivel normal, su mediano futbol de todo el torneo, pero supo aprovechar a la perfección las dos flojas actuaciones de unos decepcionantes Tigres, cuyo "empalme" de competencias ni siquiera llegó a producirse.

Así fue como el 1, 2, 3 y 4 fueron eliminados por el 8, 7, 6 y 5, en este peculiar futbol mexicano en el que "cualquier cosa puede pasar", porque al sui generis sistema de competencia y al equilibrio de fuerzas y debilidades se le añade lo impredecible del rendimiento de los equipos, que no se sabe a qué ni cómo van a jugar cada semana.

De los cuatro eliminados, paradójicamente el peor fue el uno; porque el Atlas y el Veracruz sólo hicieron lo que pudieron con lo que tenían, y porque el América por lo menos se despidió acariciando lo que hubiera sido casi casi una hazaña considerando la desventaja que tenía.

A cualquiera se le perdona perder si lo hace jugando a lo que sabe y entendiendo lo que se juega; pero si en la Liguilla no vas a jugar por encima del nivel promedio exhibido en la Fase Regular del torneo, mejor no te metas.

Ahora, en los dobles enfrentamientos de Chivas-Santos y Querétaro-Pachuca, jueves y domingo, queda por verse cuáles de los semifinalistas son capaces de jugar en esta penúltima instancia como debe jugarse en ella, para así subir al último peldaño y en él disputar por un título que, obviamente, como ya se sabía, está al alcance de cualquiera.

Que por favor, por lo menos, ese cualquiera sea capaz de jugar sus últimos 360 minutos como se espera que juegue un verdadero campeón.

Un campeón que lo sea porque sepa cómo y sepa cuándo... eso que desde los Cuartos de Final no supieron algunos.

 
 
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