Cuando Luis Suárez intentó irse del Liverpool por primera vez, en la búsqueda de disputar una Champions con aspiraciones de campeonar, Steve Gerrard le dijo que eligiera un equipo grande, pero que no se fuera al Arsenal, que lo tentaba.
En el mismo fin de semana en que el uruguayo tendrá la primera chance de ganar la Liga española, si vence al Atlético de Madrid con el Barcelona, el
capitán de los Diablos Rojos jugará su último partido con la única playera que ha vestido desde que era un niño.
A dos semanas de cumplir 35 años, las aspiraciones migrantes de Gerrard pasan más por un retiro tranquilo y económicamente productivo, que por la gloria futbolística. Su anunciado fichaje en la MLS se suma a la lista de los consagrados que deciden terminar allí sus carreras. Ahora está, por ejemplo, Raúl González, como antes estuvieron Thierry Henry y David Beckham, y como en la prehistoria del soccer Pelé y Franz Beckenbauer.
Más allá de su calidad como jugador, preciso en los pases y rematador excelso en la llamada pelota quieta, la influencia de Gerrard se extendía fuera de la cancha y de los vestuarios. Sus colegas subrayan su capacidad de liderazgo, diálogo y convencimiento (nuevamente, Suárez lo agradece).
Su debut en el círculo profesional del Liverpool se registró en el último minuto del partido contra el Blackburn Rovers, el 29 de noviembre de 1998. Un flaco bien peinado, de 18 años y con el dorsal 28, entraba tímidamente a la cancha. La tribuna lo recibió con efusivo calor sabiendo que se trataba de un prospecto local, que había nacido en el mismo barrio del estadio, e ignorando el símbolo en que se transformaría con el paso de los años.
Es hasta ahora el capitán más joven en la historia del Liverpool. Recibió su cinta en la temporada 2003-2004, cuando tenía 23 años. Pese a algunas lesiones graves que lo desafectaron varios meses, alcanza a subirse al podio de los jugadores con más partidos en el club.
Hay muchos momentos cumbres en la historia de Gerrard.
Con su liderazgo, y su gol a los 9 minutos del segundo tiempo, inició la reacción roja ante el Milán que los derrotaba 3-0 en la Final de la Champions en Estambul, en 2005. Terminaron 3-3 y ganaron el trofeo en la tanda de penales.
Hacía 30 años que ningún jugador del Liverpool era capaz de hacerle un triplete al Everton, su eterno rival. Lo consiguió Gerrard en una noche de marzo de 2012.
Hoy, más allá del partido, habrá mucha emoción en Anfield. El gran capitán se baja del barco con los deberes cumplidos. Una sola nube sobre su cielo, la de no haber levantado nunca la copa de la Premier.
Del otro lado del Canal de la Mancha, Luis Suárez agradece sus consejos. El uruguayo ya está en la Final de la Champions.
Era lo que ambos querían.
homero.fernandez@reforma.com
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