El juez de la horca

Fernando Von Rossum
en CANCHA


Amables aficionados: suspendo mi descanso para tocar el tema del momento, la suspensión de Tom Brady por 4 partidos.

Obviamente que el asunto ha de-satado una gran polémica, no es poca cosa quitarle a un jugador el 25 por ciento de su sueldo y poner a su equipo en situación comprometida en su defensa del título.

Lo mejor, creo, es remitirnos a las evidencias, las cuales, si no hay

más, no aparentan ser para tanto. Las tomo de la columna de Peter King, destacado colaborador de Sports Illustrated. Al medio tiempo del partido de campeonato de la AFC, contra Indianápolis, y debido a la queja de éstos últimos, los oficiales midieron la presión de 11 de los balones usados por los Patriotas, usando dos válvulas medidoras diferentes.

Según las reglas, la presión correcta debería haber estado entre 11.32 y 11.52 psi, libras por pulgada cuadrada. La primera medición registró en promedio 11.49 psi, dentro del rango correcto y cerca del límite superior. La segunda válvula medidora marcó para los mismos 11 balones un promedio de 11.11 psi, un poco más abajo del rango menor. Si se promedian las 22 lecturas dan 11.30 psi, o sea .02 psi por debajo de la norma.

¿Por dos centésimas de libra se procede a suspender por el 25 por ciento de la campaña a uno de los jugadores insignia de la Liga? ¿En base a qué se aplicó un castigo superior al inicial de Ray Rice, a quién vimos descontando con un puñetazo a su entonces prometida, o como el de otro connotado mariscal acusado hace unos años de agredir sexualmente a una joven?

Al supuesto culpable del desinflado, Jim McNally, se le ve entrando al baño a las 6:30:47 y saliendo a las 6:32:27, dando por hecho que en el minuto con 40 segundos... ¿pudo desinflar 13 balones?

Si el reporte del abogado Wells, miembro de una firma que trabaja para la Liga, (¿alguien mencionó conflicto de interés?) exonera totalmente a entrenadores, directivos, y dueños del club, ¿en qué se basa la multa más alta de la historia, 1 millón de dólares y dos selecciones colegiales?

La verdad es que parece no pudieron comprobar nada, pero, habiéndose creado el escándalo, a Goodell no le quedó más que emular a aquél infausto juez tejano, Roy Bean, apodado "el juez de la horca", porque aplicaba esa sentencia antes de que el acusado abriera la boca para defenderse.

Siento que esta historia continuará. Por ahora, hacemos una pausa...


fvrossum@reforma.com