El último sábado en Primera

Francisco Javier González
en CANCHA


Una de las palabras mas citadas en el actual torneo fue "descenso".

El denominador común de las 16 jornadas ya transcurridas fue ese, porque había un mundo de equipos involucrados. Por lo menos cuatro de ellos partieron en la Fecha 1 con el escalofrío del descenso corriéndoles por el cuerpo.

A una semana de la decisión, la Universidad de Guadalajara necesita un milagro para mantener

la categoría: que Puebla pierda en Torreón y los Leones viajen a la capital para ganarle a Cruz Azul en su casa.

No será la primera vez que la UdeG decida en el Distrito Federal algo importante de su historia. En su primera época, jugaron dos Finales que terminaron perdiendo. Una frente al América y la otra ante los Pumas.

Era aquél el equipo que nació grande. El de los cheques de seis dígitos, entonces desconocidos en nuestro futbol, extendidos para llevarse a lo mejor de lo mejor.

El equipo de los brasileños prodigiosos y las contrataciones nacionales que hacían planteles dignos de la Selección Nacional. Los tiempos han cambiado.

Con muchos años de distancia respecto a la década de los 70, los Leones de hoy no le ganaron casi a nadie.

Ayer volvieron a perder en casa, ahora frente a un Veracruz sobre el que habían adquirido justa ventaja en el primer tiempo. Pero luego fallaron de nuevo y el final del juego los vio entregando la vida en pos del empate, pero sin la calidad suficiente para alcanzarlo.

No toda la suerte está echada pero la aritmética canta la muerte del equipo tapatío. Depende de dos resultados. El propio, casi imposible en teoría, y el del Puebla, que con un punto que saque de Torreón, ya no tiene que preguntar qué estará pasando en la colonia Nochebuena.

El equipo de La Franja, de su lado, tiene también un montón de cuentas por pagar que tal vez el gran acreedor le aplace para dentro de un año.

Su victoria ante un León desconocido y la combinación de resultados le pone cerca de la orilla, pero eso no quita los pesos que carga en la espalda. Puebla está metido en líos de identidad, demandas, política, golpes bajos y dudas sobre quién disputa su patria potestad.

Veracruz y Chivas, que partieron en la línea de salida con igual desventaja que los hoy cercanos a la condena, tuvieron una diferencia: un proyecto deportivo con buenos futbolistas y certeza en sus decisiones. Por ahora, quedaron lejos del fuego.

Lástima por los equipos que llegan con los nervios de punta a la última jornada. Hicieron lo que pudieron, pero por una nariz, para uno de ellos no habrá sido suficiente.

Siempre es de lamentarse el llanto de un afición que se quedará con las manos vacías.

 
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