"La única razón por la que un profesional dice que dejes la cabeza abajo es para que no lo veas reírse de tu swing".
Phyllis Diller, actriz y comediante americana
La ilusión de un niño o niña por llegar a competir como profesional en las mejores giras del mundo podría sonar imposible cuando se conoce el camino y tiempo a recorrer. Para otros sería la inspiración que
los movería para tener la vista bien fija a dónde quieren llegar.
Los golfistas mexicanos empiezan por jugar torneos de índole local desde los siete años. Cuando aprenden a ser de los mejores de la región se abren las oportunidades de ir a torneos más importantes como el Torneo Nacional Interzonas o el Torneo Nacional Infantil-Juvenil, que se juega esta semana en Cancún.
Ganar o quedar bien entre los mejores mexicanos es la primera muestra para pensar en ir al extranjero, donde la realidad se expondrá por primera vez. En torneos de importancia en los Estados Unidos, como los de la American Junior Golf Association (AJGA) o de la United States Golf Association (USGA), participan los mejores de Estados Unidos y una buena cantidad de extranjeros. A partir de este nivel empieza el camino para llegar a un programa universitario.
En el vecino país, el golf colegial es gigante y existen al menos 900 universidades con programa de este deporte. Los coaches siguen a los jugadores juveniles desde los 13 o 14 años y reclutan en base a los resultados en los torneos y rankings mencionados, mientras mejores sean las actuaciones mejores serán los ofrecimiento de beca para ese jugador.
Por más bueno que sea un jugador, recibir la asistencia económica es tema complicado. Por regla de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) las universidades sólo pueden distribuir el equivalente a cuatro y media becas completas entre el número de jugadores que quieran tener en su programa, normalmente entre 9 y 12.
La cantidad de juveniles en el mundo buscando un lugar es inmensa. Debe haber unos 8 mil y por eso se debe considerar como punto más importante que el coach reciba al jugador dentro del programa, aunque sea con un ofrecimiento menor, porque significa ser parte del programa. Con el tiempo y los resultados la ayuda puede mejorar.
El nivel colegial es la última y mejor referencia para decidir el paso al profesionalismo. No es regla: si los resultados en la universidad fueron buenos, así serán en el golf de paga. Tampoco cuando no se haya ganado mucho o nada.
Quien decide ir a rifársela en busca de los millones posibles debe hacerlo porque su golf tiene un potencial medido en la habilidad de hacer scores muy bajos, está fuerte física y mentalmente, su deseo de triunfo sigue vivo, y sobrepasa cualquier miedo a las posibles experiencias rudas de medio.
Hasta el próximo green.
rafael.alarcon@mural.com
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