Amables aficionados: no obstante sus problemas de los últimos meses, el comisionado Roger Goodell es inamovible por haber logrado en el actual contrato colectivo con los jugadores una gema para los dueños: el llamado "contrato de novatos".
En este convenio que cada equipo firma con sus jugadores nuevos, cuya duración es de cuatro años con uno extra de opción, las remuneraciones para los
jugadores son muy bajas.
Esto lo lograron los dueños durante la negociación del contrato alegando, y no sin razón, que se había llegado a límites extremos en la puja por los elementos universitarios, al grado que éstos jóvenes llegaban a sus equipos ganando mucho más que los veteranos establecidos, y sin haber jugado un minuto como profesionales.
Pero el péndulo se fue al otro lado, y aquellos equipos como Seattle que hicieron dos o tres muy buenas selecciones seguidas, se transforman en campeones o contendientes con unas nóminas ridículamente bajas. Así tenemos en este momento el caso del mariscal de los Halcones Marinos, Russell Wilson.
En dos de sus tres campañas con el equipo los ha guiado al Súper Tazón, con marca de 1-1, pero como sigue con su contrato inicial, jugará la temporada 2015 con un sueldo de 1.5 millones, unas 12 veces menos de lo que debería de recibir.
Wilson esperaba que el equipo lo recompensara dándole un nuevo contrato para este año, en el que se calcula ganaría 20 millones, pero Seattle le da largas al asunto y es entendible, si tienen sus servicios por 1.5, ¿por qué le van a dar los 20?
Obviamente que Wilson está molesto y ya anunció que quizá podría intentar jugar en las Grandes Ligas del Beisbol, los derechos a sus servicios los tienen los Rangers de Texas, pero esto es remoto. Son posturas de negociación y quedan todavía algunos meses en los que pudiera haber algún arreglo.
En caso similar está el mariscal de Indianápolis, Andrew Luck, también por iniciar su cuarta campaña y jugando por cacahuates, como se dice, mientras espera su contrato grande. Por eso, y como está estructurado ahora el sistema, los jugadores empiezan a ganar realmente en su quinto año, cuando los tantos que no pudieron o dieron el ancho ya se fueron, sin costarle gran cosa a los equipos.
En gran parte por esto Goodell está ahí y un día en el Salón de la Fama. Y por eso su predecesor, Paul Tagliabue, el del contrato anterior, es un hombre olvidado. Por ahora, hacemos una pausa...
fvonrossum@elnorte.com