Al menos meter las manos

Francisco Javier González
en CANCHA


Lo bueno para el América es que la revancha viene pronto pese a las dudas de que la pueda tomar.

Lo malo es que su derrota en casa por cuatro a cero frente al Querétaro es de las que requieren años para ser olvidadas.

Las Águilas son un equipo poco confiable. No es posible saber cómo va a responder porque su comportamiento es casi neurasténico. Dependen de la ocasión, del estado del

tiempo. De lo más impredecible es su desempeño. Son capaces de derrotar a Cruz Azul, pero también de ser goleados en Veracruz. De recibir un castigo severo en Costa Rica frente a Herediano o de devolvérselo con creces en la vuelta en el Azteca.

Gallos Blancos no sólo le ganó y goleó el sábado. También le dio un repaso, mereció salir en hombros y se ganó las ovaciones de un público sincero, entre el castigo a los propios y el reconocimiento a sus verdugos.

América fue inoperante, incapaz, desordenado y flojo. Sin el atenuante de carecer de titulares porque tuvo cuadro completo. Son el accidente de alguna tarjeta roja que pudiera disculpar en parte la actuación.

Querétaro, ordenado, disciplinado y con una conducción seria, como siempre la ha hecho Víctor Manuel Vucetich, parecía ser un equipo célebre dándole toque a un rival aficionado.

Pasado mañana el América se enfrenta al Impact de Montreal, un equipo que ha pasado dos rondas del torneo de Concacaf por criterio de goles de visitante. Los de Matosas, si se reponen, podrán entregar lo que ahora parece corresponderle: una actuación convincente. Así ha estado: una buena, una mala.

Monterrey estuvo lejos de lo que se esperaba en el Clásico Regio. Pese a haber marcado sus tres tantos en el segundo tiempo, Tigres fue muy superior desde la alineación, la manera de enfrentar el partido, la convicción de saber que podía ganarlo y terminó demoliendo.

Algunas de las nuevas figuras rayadas quedaron a deber mucho: el espíritu, la calidad, la decisión abandonaron a las esperanzas blanquiazules que dejaron la hazaña para mejor ocasión. El sábado apenas fueron comparsas.

Lo más doloroso para un aficionado no es la Tabla de Posiciones o el quedar mal herido por una derrota inesperada. Lo peor que le puede suceder es ser humillado, ver que sus ídolos no son capaces de siquiera dar batalla, que su equipo juega por debajo de lo que realmente puede.

Viene el Clásico Nacional el domingo. América tiene dos oportunidades de levantar la cabeza y ambas son importantísimas. Monterrey está hoy fuera de la Liguilla.

El problema para los partidarios de ambos es que no saben si pueden confiar en ellos. Motivos, parece no haber suficientes.

 
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