¿Y el futuro chiva?

Francisco Javier González
en CANCHA


Decía Winston Churchill que un político debe minimizar los defectos y maximizar las virtudes de cualquier asunto importante.

La frase no se restringe a los complejos asuntos de Estado. En cualquier actividad de la vida es mejor dar ese a mensaje aunque interiormente haya cosas que se sepan dificilísimas de resolver.

El Guadalajara vive una situación delicada: en el aspecto deportivo

ve la luz de la salvación, pero en el directivo se han desatado las tormentas del rompimiento entre sus dos principales y casi únicos accionistas.

Jorge Vergara ha sido preguntado mil veces en los últimos dos años si todo va bien con su equipo. Si lo va a vender. Si su salud es buena. Si la relación con Angélica Fuentes era estable.

A todo, como seguramente también hubiera contestado Churchill, contestó siempre con negativas. Ese era y sigue siendo su papel. Por lo menos hasta que las cosas cayeran por su propio peso o por el tiempo justo para que llegaran las decisiones.

Los últimos días ha combinado las buenas noticias en la cancha con las incertidumbres legales, accionarias y del manejo del equipo de futbol.

Chivas es líder, suma puntos como no lo hubiera pensado el más optimista de sus fans, y se enfila a una Liguilla en la que no le sería extraña la condición de favorito.

Los jugadores se han revaluado, las tribunas vuelven a estar llenas y hasta es necesario solicitar a la Selección Nacional que no le llame muchos jugadores porque juega mañana contra Xolos y el martes siguiente la Final de Copa.

Los abogados de las partes en conflicto, en otro tipo de partido que puede ser más serio, revisan expedientes, contratos, los derechos y obligaciones, las cosas que no se pueden extinguir así como así.

Un asunto privado, empresarial, se convierte en público. ¿Será que Jorge Vergara tiene todo bajo control? ¿De verdad se esperaba que Angélica Fuentes no generara una respuesta, no a través de un comunicado sino de acciones legales?

Para Néstor y "Chepo" de la Torre, con más movimientos en la cúpula y otros mandos medios de la estructura, llega una tarea complicada: que el temblor -nadie puede negar que lo sea- no llegue al terreno deportivo.

El jugador -como toda persona- necesita saber que pisa terreno firme y será imprescindible que ambos se lo hagan sentir al plantel, minimizando los problemas y maximizando los atributos.

¿Será el principio del fin de la era Vergara, enfrentado hoy con su contraparte empresarial y sentimental, una mujer también líder, poderosa y decidida?

Nada parece estar del todo seguro en Chivas, cuya realidad puede ser distinta a lo que aconsejó Churchill el siglo pasado.

 
 
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