Inicia una era

Rafael Alarcón
en CANCHA


"Soy el mejor... sólo que aún no juego".

Muhammad Ali, en referencia a su golf
 
 
Si pudiera resumir lo que vi en el Augusta National Golf Club la semana pasada, lo haría con dos palabras: ¡vaya deleite!

El Masters fue dominado de principio de fin por uno de los más jóvenes en el field.

Jordan Spieth, de Dallas, jugó a lo grande y de la misma forma que lo

hizo Tiger Woods en el Masters de 1997, cuando marcó el inicio de una era. No es una casualidad que el texano de 21 años haya triunfado; llegó como el jugador más enrachado, había ganado uno de los tres torneos anteriores, incluyendo perder en desempate en Houston antes de presentarse en Augusta.

Durante cuatro días, el espectáculo mayor fue Spieth, desde el primero tomó el liderato al empatar el récord de campo con 64 golpes y mejor score de un primer día. El segundo casi repite y con 66 golpes rompió otra marca, los mejores 36 hoyos con 14 abajo del par para cinco de ventaja.

Por los sorpresivos scores bajos todo indicaría que sería un torneo de una persona; sin embargo, otros grandes se mostraron también dispuestos a luchar por la casaca verde. Algo lejos estaban Charlie Hoffman, Phil Mickelson, Justin Rose, Tiger Woods, Rory Mcllroy, pero sabían que si Spieth
había hecho scores bajos ellos también podían.

A partir del tercer día se fueron con todo a atacar y obtuvieron buenos frutos; Rose y Mickelson hicieron 67, aunque sólo lograron reducir la diferencia a cuatro y cinco golpes, eso porque Spieth cerró con simple doble bogey en el penúltimo hoyo del día.

Aunque la puerta estaba medio abierta para la ronda final, necesitarían que Spieth cooperara con algunas fallas y sí las tuvo, pero también enormes aciertos y siempre después del error.

En Augusta National es sabido que no hay liderato seguro y, cuando un error se combina con el acierto de otro, la inercia cambia como le sucedió en el pasado a Greg Norman o al mismo Mcllroy.

Spieth impidió que se le acercaran a menos de tres golpes en la ronda final, y con respuesta magistral a la presión impuesta por los veteranos Rose y Mickelson, cerró el torneo. Todavía se dio el lujo de hacer bogey en el hoyo final para empatar el récord del mejor score del Masters de 18 abajo del par impuesto por el mismo Tiger en 1997.

Fue uno de los mejores Masters, por lo menos de los que he visto, ha sido el más rico en jugadas espectaculares; los par 5 jugaron factor fundamental al ser devorados por las arriesgadas apuestas en la lucha por la casaca verde.

La prenda quedó en manos de un joven que en sus expresiones demuestra ser una persona centrada, que conoce lo que significa el triunfo y lo que conlleva, porque a partir del domingo es y será la sensación por muchos años.

Hasta el próximo green.

 
 
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