Al fin se ponen las pilas
El aumentar el precio a los boletos de la cabecera norte del Estadio Azul es una medida digna de aplauso.
Entre todos los bandazos que ha dado el Cruz Azul en su intento por corregir a la barra La Sangre Azul, éste es quizá el primero que puede poner la semilla de solución a un problema que pasó de ser el del hijo berrinchudo al de tener a un
delincuente en la familia.
La directiva celeste se pasó de permisiva aguantando a este grupo sus constantes indisciplinas, con sanciones que eran "castiguitos" y perdones sin compromiso de los barristas, que le han provocado ya pérdidas económicas al club con el veto del año pasado y las constantes multas que recibe por los desmanes en la tribuna.
Con el aumento de 80 a 140 pesos en promedio, muchos barristas sin oficio ni beneficio, que son usualmente los más violentos, se la van a pensar dos veces antes de ir al estadio.
Sólo espero que la medida no sea únicamente para un partido, sino permanente, y que, por el contrario, les suba más las entradas, porque resulta patético que un grupo de gente violenta tenga la prerrogativa de prácticamente asegurar su lugar en el estadio pagando hasta la tercera parte de lo que desembolsa un aficionado celeste que ocupa un lugar en las laterales.
Bastante quemados
Si de por sí es un atentado contra la salud de la afición poner partidos a las 12:00 del día, en Ciudad Universitaria de plano no tienen criterio.
Sepan ustedes que en los accesos al Estadio Olímpico Universitario, además de las prohibiciones entendibles de objetos como botellas con líquidos, cinturones y palos de banderas, la gente que revisa los boletos grita a todo pulmón que también están proscritos los cosméticos y ¡los bloqueadores solares!
Resulta inverosímil que a la afición de Pumas no se le permita ingresar un tubo de bloqueador solar, artículo que, por el contrario, debería ser aplaudido en una tribuna cuyo aforo se tiene que chutar hasta 3 horas bajo los efectos del astro rey.
Podrán decir que la gente puede ponerse el bloqueador en el coche y dejarlo ahí, pero les apuesto que una mayoría se lanza a CU en transporte público y, aunque se lo aplique desde su casa, usualmente el efecto protector se desvanece a las tres horas, o menos si se suda, por lo que haría falta una segunda aplicación.
En estos tiempos en que el cáncer de piel amenaza con convertirse en un problema de salud pública, la gente de Pumas no haría mal en reflexionar sobre su absurda prohibición, porque, a final de cuentas ¿cuántos muertos ha habido en la UNAM por agresiones con tubos de bloqueador?
Más bien deberían fomentar el uso del mismo. En una de esas y consiguen por ahí un patrocinio y hasta se alzan el cuello con una campañita de prevención del cáncer de piel...
Pero mejor le paro, ya hasta ideas les estoy dando.
san.cadilla@reforma.com