Desahogo familiar
Nada mejor que desahogarse con la familia. El portero Humberto Hernández aprovechó que sus parientes viven en el DF y se lanzaron a verlo perder, digo, jugar, con los Leoncitos (aunque se enojen) frente a los Pumas.
Al final del juego se puso a charlar con ellos y sacó todas sus frustraciones.
En primera instancia, el "Gansito" les dijo que
los Leones Negros habían hecho méritos suficientes para ganar el juego, pero, como no la meten, no pueden hacer mucho más.
Al llegar a la parte de los goles recibidos, dijo que en el primero la regaron, en referencia a Jorge Hernández, quien en un mal despeje le dio un pase a Josecarlos van Rankin para que anotara.
Sobre el segundo dijo que era en fuera de lugar y, respecto a la falla del morenazo Luis Anangonó -quien no trae nada, por cierto-, aseguró que pudo ser el descuento, pero hizo una cara de: "¿Qué puedo decir?".
Una vez sacadas las frustraciones, el "Gansito" regresó al autobús de la UdeG para emprender el regreso a Guadalajara.
Ojo, que quede bien claro que no quiero amarrar navajas, pero es obvio que el portero no se fue nada contento de CU.
Sentenciados
Pues muy bonitos y bien portaditos se vieron los integrantes de las barras de las Chivas y el Atlas antes, durante y al final del Clásico Tapatío, porque, como bien dicen, el miedo no anda en burro.
Si a muchos les llamó la atención ver que estos angelitos se comportaron como niños de colegio cuando salen de excursión, bien formados y organizados, no fue de a gratis.
Luego de los lamentables hechos del año pasado, en los que los desmanes casi le cuestan la vida a policías, ahora, previo al partido, los barristas estaban sentenciados.
"Yo no ando con fregaderas ni soy político, a mí me hacen una de sus cosas y se me van todos al bote", palabras más, palabras menos, les dijo el fiscal general, Luis Carlos Nájera, a los líderes de los grupos de animación, advirtiendo que iba a tener gente infiltrada entre ellos, ya con las órdenes de aprehensión listas en caso de cualquier desorden, por mínimo que fuera.
No, pues por las buenas ni modo que portarse mal.
Además, los mismos barristas de las Chivas sabían que no les convenía otro numerito como el de hace un año, pues viene el Clásico Nacional y, si algo quieren, es tener todos los argumentos de su lado para que sus peticiones se cumplan ante el América, es decir, como hacer sus caravanas y el número de boletos, etcétera. Ya saben cómo se las gastan.
Pero aquí entre nos, les cuento que la preocupación de la Policía no era por ver en qué momento los del Atlas se trenzaban con los de las Chivas, sino que los rijosos estaban precisamente entre la gente del Rebaño.
Un grupo de animación del DF tenía con los focos rojos a la seguridad del inmueble, pues es con quienes desde tiempo atrás ha existido una rivalidad con las barras de la Ciudad.
Afortunadamente lograron ubicarlos, ponerles un número pertinente de efectivos y sacarlos apenas vieron la atajada de Luis Michel a Ponchito González.
¿Qué les cuesta?
Amigui, amigui
Los que casi se besan el sábado después del Clásico fueron dos rivales en el juego, pero amigos fuera del mismo.
Sí, les hablo de Tomás Boy y Omar Bravo, quienes se saludaron de manera demasiado amistosa en uno de los rincones del Estadio Jalisco.
¿Será que Boy le recriminó el gol que les marcó?
Lo que es un hecho es que el timonel del Atlas estima mucho al delantero de las Chivas, ya que cuando lo llevó a las filas de los Zorros el mochitense rindió como nunca y fue pieza clave para que siguieran gozando de las mieles de la Primera División.
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