En el futbol se cae del crédito al demérito en un parpadeo.
Cuanto más importante es un equipo, con mayor facilidad se notan los contrastes.
El Real Madrid parece haber caído en desgracia porque perdió el liderato de la Liga española y también fue humillado en su propio terreno por un equipo con toda la barba como el Schalke 04.
Pese a que el médico le recetó para el fin de
semana un té de Levante para paliar algunos de sus síntomas, le viene un examen a la siguiente jornada que siempre altera los nervios de unos y otros: ahora en el Camp Nou se celebrará el Clásico global.
Podría suponerse que un club con tal tamaño de plantel no debería enfermar nunca. Que si se le lastima gente como Sergio Ramos, James Rodríguez o Luca Modric durante un buen rato, siempre tendrá de quien echar mano.
Las crisis sin embargo no son fáciles de resolver. Hay elementos estratégicos en un conjunto cuya ausencia es determinante. Además de ello, la presión interna altera las relaciones personales. Se desgastan las formulas, se hacen más evidentes los malos humores y todo parece desmoronarse... hasta que llega una salvadora y reconfortante victoria en un partido importante y todo vuelve a su sitio.
Imposible saber si ese resultado reparador será posible para el Madrid en casa del Barcelona, que hace unos meses padecía la misma enfermedad. Pero la ocasión está pintada para intentarlo.
Después de todo, la Liga está viva para ambos, el Madrid malherido avanzó a la siguiente ronda de la Champions y posee personalidad y plantel suficiente para detener una irregularidad que le es extrañamente común desde el mes de enero.
Desde el fondo del vestidor se escucha la voz de su técnico asumiendo toda la responsabilidad y explicando parte de lo que sucede: su equipo ha perdido verticalidad y ahora elabora mucho sus ofensivas. Tanto, que cuando el rival trata de ser penetrado, ya se acomodó para evitarlo.
Añadida una inusual fragilidad defensiva que permite por ejemplo aceptar cuatro goles en casa, estará claro donde tiene que ajustarse el Real Madrid.
Los martes y miércoles de Champions a estas alturas del torneo son una delicia.
Puede uno admirar el poderío del Bayern Múnich o sorprenderse por el pase del PSG a la siguiente ronda tras un espectacular partido frente al Chelsea. Dos de las carteras más insultantes que han llegado al futbol en los últimos años en duelo de poder a poder.
Los protagonistas del juego lo seguirán siendo pese a los malos momentos que puedan encontrar en el camino.
El Real Madrid, pitado por su exigente afición, se levantará más temprano que tarde.
fjgonzalez@reforma.com
Twitter: @fj_tdn