Los refuerzos ausentes
José Carlos Tofolo y Carlos Lizarazo tuvieron que poner ayer su mejor cara en la firma de autógrafos que el Cruz Azul y uno de sus patrocinadores realizaron en un supermercado al sur de la Ciudad de México.
Pero no crean que porque no tuvieron ganas de participar en el evento o porque estuvieran muy cansados tras la ardua práctica en La Noria.
Lo
que pasó fue que, cuando ya tenían encima a la fanaticada celeste, les pasaron a la mesa unos bonitos pósters con la foto oficial del plantel para estamparles su rúbrica.
Cuál fue el sorpresón, cuando se dieron cuenta de que la foto del póster era la del plantel ¡del año pasado!, donde, por cierto, no aparecen ni Tofolo ni Lizarazo.
A pesar del incómodo detalle, los dos sonrieron todo el tiempo, cargaron chamacos y se dejaron apapachar por los cerca de 150 aficionados que con todo gusto pagaron 50 pesos por cráneo a cambio de una tinita con un jugo dentro, el póster de la temporada pasada y el derecho a estar cerca de sus ídolos.
Al final, todo mundo se fue feliz, aunque los coleccionistas celestes están condenados a hacerse bolas con el souvenir en el que aparecen Luis Amaranto Perea, Hernán Bernardello y Aníbal Zurdo, pero tiene las firmas de otros jugadores.
Relajación chiva
Me comentaron que un día antes del partido de Liga que disputaron las Chivas ante Gallos el viernes pasado, todo fue felicidad en la concentración del equipo rojiblanco allá en Querétaro.
Para ello fueron clave dos detalles: uno, que el miércoles 4 había sido el cumpleaños de Omarcito Bravo y dos, que el "Chepo" de la Torre andaba muy pero muuuy de buenas y dio algunos permisillos en los minutos previos a la cena.
Resulta que el "Chepo" dejó que los aficionados que se encontraban afuera del hotel de concentración ingresaran para convivir un ratito con los jugadores, pedir autógrafos y fotos, y todo eso, y que hasta el propio entrenador estuvo ahí en el jolgorio haciendo bromas con la gente y con los futbolistas.
¿En verdad era De la Torre? Pues sí, y con sonrisa de oreja a oreja.
Y el momento más relajiento de la invitación a los aficionados, que entraron en grupos de cinco en cinco, fue cuando pasaron las admiradoras de Bravito con todo y pastel, y cantando Las Mañanitas y toda la cosa.
El "Chepo" incluso movió sus influencias para que dejaran pasar a las organizadoras de la fiesta a un salón del hotel, donde pudieron hacer sin problemas ni prisas la partida del pastel del jugador, con abrazos y fotos.
Todo dejó de muy buen humor al Rebaño.
Lo malo fue que, al día siguiente, el cañonazo de Mario Osuna acabó con las sonrisas rojiblancas al perder el juego en el último minuto, aunque cuatro días después se desquitaron en la Copa.
san.cadilla@reforma.com