La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


Un chocolate amargo
 
 
Buscar o señalar culpables de lo que pasó aquella noche ante Honduras en la tanda de penales que dejó al Tri fuera de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, hoy parece que da igual, pero en aquel año no faltaron los chivos expiatorios, entre ellos, el frío clima de la ciudad chocolatera.

 
 
 
PRIMAS PARA

TODOS
 
 
Dirigidos por Gustavo Vargas en una dupla con Jesús del Muro, la generación de jugadores como Rafael Márquez, Juan Pablo Rodríguez y Luis Pérez, entre otros, siempre tuvieron un conflicto al no saber quién realmente los estaba dirigiendo, pues Manuel Lapuente también estaba presente, aunque no como el encargado del Tri juvenil.

Más allá de esa duplicidad de cargos y de la confusión de los futbolistas en los parados tácticos, que se entrenaban en la semana y que el día de juego eran cambiados repentinamente por Lapuente, las técnicas de motivación de Vargas causaron sorpresa en sus dirigidos.

Si le ganaban a Honduras y aseguraban su pase a los Olímpicos, el premio sería ¡una noche con mujeres en Oaxaca!, algo que a muchos jugadores les causó gracia y a otros tantos les molestó. Todo previo a un juego clave como el que sostendrían ante los catrachos.

Ese vestidor nunca estuvo, digámoslo así, unido. Además de las "charlas motivacionales", al interior del grupo existía un verdadero temor hacia uno de los elementos del cuerpo técnico, Pablo Larios, quien se decía era la "oreja" de Lapuente.

"Te soy franco, (Larios) daba una pésima imagen fumando de manera constante, ¡caray, se trataba del entrenador de porteros!", contó alguna vez un jugador de aquella Selección que pidió el anonimato por miedo a represalias.

 
 
 
 
DE TURISTAS EN HERSHEY
 
 
Aunque se criticó el que la ciudad de Hershey haya sido designada como sede única pare el Preolímpico, tampoco con ello puede justificarse el fracaso de aquel 28 de abril, máxime cuando el Tri tuvo varios días libres para ir de shopping y para acudir a visitar la fábrica de chocolate.

En efecto, los tricolores destinaron días de su concentración a actividades recreativas como la visita a la fábrica de Hershey's, en lugar de enfocarse en lograr el pase a Sydney 2000.

Así, a nadie extrañó que, tras la eliminación, los propios jugadores reconocieran que nunca hubo trabajo táctico, que la mayoría de sus goles los consiguieron en pelota parada y, muchas veces, con suerte.

"Se vio desde Guadalajara (en la primera etapa del Preolímpico) que no teníamos ningún sistema por falta de tiempo y de trabajo.

"Íbamos al 'a ver qué pasa', lo único que teníamos era táctica fija y muchos goles se hicieron así, pero ¿en jugada?, era entre comillas, porque no teníamos llegada", contó Márquez tras el papelón.

 
 
 
 
MARCADOS POR EL FRÍO
 
 
Esa noche del 28 de abril, en Hershey, Estados Unidos, en el preciso instante en que "El Chato" Rodríguez falló el penal a la postre definitivo, todo cayó por su propio peso.

La Selección Sub 23 culminó una muestra de inoperancia futbolística y le cedió a Honduras el honor de ir a Sydney, todo por una mala planeación que comenzó a gestarse incluso antes del Preolímpico.

El "Chato" y su yerro desde los once pasos en la Semifinal ante los catrachos fue tachado como uno de los principales culpables del fracaso; claro, no podía entenderse que un jugador que era garantía, que un torneo antes había maravillado con su futbol y llevado al Atlas al subcampeonato, fallara.

"La gente ve lo muy mal que estamos nosotros y creo que mejor que se pongan a jugar ellos, si nos ven mal a nosotros, yo creo que la base es que ellos (los rivales) también trabajan duro y ven a México y le quieren ganar", comentó Daniel Osorno, otro de los protagonistas del papelón de Hershey.

"Como personas valen madre... ¡son un par de cagones!... me han decepcionado", fue de lo más decente y suavecito que se dijo del fuerte regaño de Vargas a sus jugadores tras la eliminación.

Los señalamientos iban en gran parte al "Chato" y a Osorno, a quienes acusó de achicarse a la hora buena.

Lo malo es que al DT se le olvidó que tras varias peticiones de tenerlos en la lista, los Rojinegros tuvieron que emprender una travesía desde Sudamérica, donde jugaban la Copa Libertadores, a Pennsylvania para bajar del avión y estar disponibles para debutar frente a Guatemala.

 
 
 
 
PROMOTORES, UN PROBLEMA
 
 
A la falta de seriedad en la preparación del equipo de Vargas se agrega también la relación que el cuerpo técnico sostenía con el promotor Carlos Hurtado, vinculado a Lapuente.

Se dijo que en aquella Selección el favoritismo por los jugadores pertenecientes a dicho promotor era evidente.

"Los que pertenecen a Hurtado eran a los que preferían. Para meter a un jugador de él sólo decían 'ahora necesitamos a un jugador más de marca y no tanto de salida'.

"Si un jugador no es de Hurtado, necesitaba ser buenísimo para ser de la Selección", confesó en aquella ocasión un jugador del Tri que tampoco quiso revelar su nombre.

Y si a ese favoritismo se le agrega la duplicidad de funciones dentro del cuerpo técnico, así como las órdenes cruzadas, era lógico que los jugadores no entendieran a qué estaban jugando.

"Era patético ver que no había un sistema, en las prácticas sólo realizaban parados de equipo, sin un orden y ahí, improvisados; ya antes del juego, Vargas indicaba cómo debían acomodarse, pero nada más. Lapuente a veces intercambiaba opiniones con él.

"Si te pones a analizar todos los goles que metió la Selección en el Preolímpico, (todos) fueron en jugadas a balón parado, ¿verdad? ¿Sabes cuántas veces entrenamos jugadas de táctica fija? Nunca, óyelo bien, nunca", comentó una de las fuentes sobre el caso.

Doce años después, Luis Fernando Tena, con un millón de dudas y un equipo que cargaba con el estigma de la fiesta en Quito, le dio a México la única medalla de oro que se ha conseguido en futbol en Juegos Olímpicos, pero nunca se olvidará aquella noche en la que el Tri, literalmente, se murió de frío.

 
 
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