Perfil y continuidad

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Para que un equipo funcione, entre otras cosas es primordial acertar al elegir y designar al técnico que lo dirija.

Como cada equipo es distinto, también lo es el perfil idóneo que debe cubrir quien aspire a dirigir a uno o a otro.

En la medida en que más importantes son la institución y el equipo, mayores deben ser las calificaciones que como director técnico ostente quien llegue a

dirigirlo; y además de esas calificaciones, deberá dicho técnico reunir determinadas características y cualidades.

Con esa decisión bien tomada y esa elección bien hecha, después resulta indispensable distinguir el rumbo que el nuevo proceso lleva; al margen de los resultados, qué tanto se progresa y cuál es la tendencia.

Entender cuándo vale la pena defender la continuidad, la prolongación de un proceso del que se sabe que tarde o temprano rendirá los esperados frutos porque se distingue el futbol que se va jugando más allá de los resultados que van obteniéndose.

No confundir esa bienvenida continuidad con el nocivo continuismo, con la decisión de proseguir simplemente con lo mismo porque no sabes qué hacer ni hacia dónde vas, aunque muchas veces sean los demás quienes sí ven con claridad que te encaminas al precipicio.

Saber esperar lo necesario para darle a cada proceso el tiempo indispensable para madurar, pero no confundir esa sapiente paciencia con la indecisión que inmoviliza, con la inmovilidad que no decide.

La bien sustentada continuidad enriquece y deriva en equipos como el Cruz Azul de ahora, o como aquel León de Gustavo Matosas o el América de Miguel Herrera. Pero el empecinado continuismo va desdibujando a equipos incapaces de funcionar como tales; como el actual Monterrey de Carlos Barra.

Primero hay que atinarle al perfil de cada técnico, a las características y calificaciones que se requieren para dirigir a determinado equipo. Y después, al darle a cada proceso el tiempo que amerita, tener muy clara la diferencia entre la continuidad que fructifica y el continuismo que conduce al fracaso.

¿Será tan difícil distinguirlo?

 
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