Un club de futbol por lo general permanece en condición imperfecta y sólo cambia por dos razones: aprendió demasiado o, la más común, sufrió lo suficiente.
Cuando todo mundo señala a la persona de Carlos Barra como "la causa", en lo personal me atrevo a avisar que Barra es sólo "el efecto". El padecimiento por el que atraviesa el Club de Futbol Monterrey es crónico-estructural y no
coyuntural.
La institución rayada empieza a resentir la divergencia entre lo acostumbrado y el reto de lo que se avecina con el nuevo estadio. Las arraigadas poses de "aquí las cosas siempre se han hecho así" o "los clientes siempre serán leales a la marca", sin lugar a dudas, los están alejando del objetivo.
El Monterrey ya no puede ser sólo una empresa de ex futbolistas, donde erróneamente se prioriza el haber jugado futbol profesional y tener como único título la cancha.
Pero tampoco podemos ver al Monterrey como un bicho confundido, porque sobran los ejemplos en muchos otros ramos que aún sobreviven manteniendo actitudes como: "¿para qué queremos mercadólogos?, sólo confunden" o "¿ir a un congreso internacional?, para qué, sólo hablan de cosas que aquí ni se aplican".
La renuencia a reinventarnos también la podemos sintetizar con la anécdota del señor que vio por primera vez un iPhone: "¿un celular con pantalla táctil?, ah, ca... ¿y cómo ayuda eso a hablar mejor?".
¿Pero qué le hace falta al Monterrey? Primero que nada, talento. Pero antes de ver éste en la cancha, el talento tiene que aparecer en todos los puestos de gestión. Y luego, un líder que coordine las habilidades individualidades y obtenga sinergias. Porque ésa es la función integradora que conlleva a un rendimiento superior.
Hasta donde la objetividad y mi derecho a la duda lo permiten, yo pregunto: ¿Luis Miguel Salvador es un líder que fomenta las sinergias en la organización? ¿O es la supernova del individualismo, del "llanero solitario", de la no solidaridad? En lo personal, no lo sé, pero si se buscan respuestas, la cumbre de la pirámide es un buen punto de partida.
Y si toda queja debe estar acompañada por el diagnóstico y la denuncia por la solución, también debo ser extremadamente sincero con usted y divulgar que Salvador es tan malo o tan bueno como cualquiera del resto de los presidentes en funciones. ¿No cree usted?
"La auténtica gestión del talento promueve empresas valiosas, admiradas, equilibradas, sostenibles y humanistas en las que juntos llegan más lejos y obtienen más que cada uno por separado". Juan Carlos Cubeiro (Del Capitalismo al Talentismo).
PD: "Todo dura siempre un poco más de lo que debería". Julio Cortázar.
Lo escrito, escrito está.
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