Dogma de fe

Francisco Javier González
en CANCHA


Y explotó la bomba.

Carlos Fierro, en una acción como hay muchas jugadas en el futbol pero en la circunstancia incorrecta, se convirtió en el "Snoopy" Pérez de los nuevos tiempos.

Su caída frente a Pachuca en una falta inexistente, cierto, fue digna de un teatro de pueblo. Lo curioso es que con ella encontró posiblemente la estigmatización de su carrera. Tendremos que esperar para

saber si como al niño y al lobo, jamás se le vuelve a marcar una falta dentro del área aunque le fracturen una pierna.

Todo mundo se metió en problemas en una misma jugada: Fierro por fingir, la Disciplinaria por sacar de los archivos una regla que ya no había utilizado y Néstor de la Torre por pedir, al calor de la discusión, la renuncia de los comisionados.

Hay varios puntos de discusión involucrados en el asunto. Uno de ellos, la puerta que abre la Disciplinaria para casos futuros en un torneo con cuatro involucrados en el descenso. Con la casualidad de que uno de ellos es el Guadalajara, lo que hace más sensibles todas las decisiones arbitrales.

Otro punto es el de la educación de los clubes a sus futbolistas.

¿De verdad alguien se preocupará por sembrar en sus jugadores la disciplina del juego limpio como un valor que enarbolar en su carrera?

Apostemos triple contra sencillo a que no. Que la inmediatez y la urgencia del resultado no permiten consideraciones filosóficas que sirvan a la vida de los futuros ex-futbolistas. El fin justifica los medios.

Pero más allá de todo eso, que merece una discusión profunda, está la politización de la campaña por la salvación de cada uno de los involucrados.

Las acusaciones de los participantes, de los medios de comunicación y de los aficionados toma una relevancia más importante por la idea de que Chivas no puede descender dada su importancia en el futbol mexicano. Como si no nos acordáramos que equipos encumbrados han perdido la categoría en México y en el mundo.

Todo se convierte entonces en un dogma de fe. Creer o no que el arbitraje es honesto, que existe o no una conspiración. Que todo es inventado o real. Y a final de cuentas, nada de eso es absolutamente comprobable.

Olvidamos que los involucrados tienen un buen rato haciéndolo mal. Que el cociente es producto de varias temporadas y que algunas decisiones arbitrales no son la causa directa, aunque sí aparente, del descenso de quien lo sufra.

Cada quien pensará lo que quiera.

En temporada de descenso cada quien lleva agua a su molino para que el veredicto les sea favorable.

Nada nuevo. Es la historia de cada año, pero ahora con un protagonista involucrado.

 
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