Es imposible desde la tribuna futbolera evitar el tema del día que hace de un domingo de cada año toda una fiesta mundial.
Dicen que el futbol americano es el hijo no reconocido que nació tras esa discusión en la que el soccer y el rugby rompieron relaciones para siempre.
Sus reglas son una derivación del segundo de ellos, que se adoptaron en Estados Unidos para lograr al paso de
los años un deporte rentable, de exportación mundial y que tiene su clímax en algún domingo de finales de enero o principios de febrero de cada año.
¿Qué diferencia tiene respecto al futbol soccer? Seguramente varias, pero una fundamental es que fue creado para ser una combinación entre deporte y espectáculo, lo que no han logrado muchas disciplinas que tienen lapsos de pausa, de menor ritmo, y por lo tanto de establecimiento de treguas.
En el futbol americano se juega a tope desde la semana uno. Y habrá partidos desiguales porque la competencia tiene esos accidentes, pero en general es competitivo, parejo y dramático.
Las Liga inglesa de futbol, para hablar de un símil, tiene entre los objetivos escritos de sus estatutos un precepto contundente: todos sus participantes -hablando de los futbolistas- tienen que lograr su máxima forma física y deportiva, a fin de jugar al mayor nivel posible. Busca la intensidad y la satisfacción del aficionado. En esa medida reparte sus ingresos. Es la Liga con mayor equidad en el reparto de ingresos entre sus clubes. No siempre sucede así en todos lados.
Los espectáculos de medio tiempo del Súper Tazón, el costo -y valor- de los anuncios que se exhiben en la transmisión en Estados Unidos y lo que sucede ahí es tema de conversación durante semanas. Es todo un acontecimiento.
No habremos de citar asuntos que conciernen a los expertos de CANCHA en la materia. Pero sí es válido tomar nota de todo lo bueno que se puede imitar en las Ligas futboleras del mundo.
Ser espectacular porque se promuevan las condiciones para que todos los equipos tengan esa inspiración vocacional; que ir al estadio sea una experiencia, intentar que el aficionado salga contento por algo cada vez que visite una instalación y un sistema de mercadotecnia que, considerando nuestras condiciones, sea factible.
La Liga MX se ha ocupado de algunas de estas cosas. Muchos clubes, que son su esencia, no necesariamente lo han hecho.
Dese la silla futbolera no dejamos de ver con cierta envidia lo que ha logrado un deporte local con atención global.
Porque aunque los diarios europeos tengan que repetir a sus lectores cada año cómo se come el partido en turno, logra capturar las miradas de millones. Será porque el espectáculo está garantizado.
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