De todos lados han surgido elogios a la labor que el entrenador argentino Diego Simeone desempeña en el Atlético de Madrid. Inclusive estuvo nominado, junto a Joachim Löw y a Carlo Ancelotti, en la tripleta de los técnicos más exitosos de 2014.
A los Colchoneros se les reconoce una dinámica de juego poco usual en la Liga española. Su "presión alta", la intensidad en cada jugada, el no
darse por vencidos, la pelota quieta, los balones por aire, una defensa compacta, les han dado como premio ser campeones españoles en la cancha del Barsa y vicecampeones europeos.
Han sido los únicos capaces de competir por igual con los dos gigantes de la Liga. Inclusive, han roto una racha de derrotas contra su clásico rival madrileño y han impuesto su marca de victorias. La más reciente, eliminándolo de la Copa del Rey.
Esa avalancha de energía inundó el miércoles la cancha del Vicente Calderón para tratar de remontar una desventaja que traían del Camp Nou ante el Barcelona.
Ya es de todos conocidos cuál fue el resultado. Sin embargo, llama la atención cómo un equipo que juega con tal empuje puede transformar su principal virtud en una desventaja.
Apenas habían pasado unos minutos y ya se veían las barbas amenazadoras de Raúl García y Juanfran apretando a Neymar. Estaba visto que no le iban a dar tregua... y no se la dieron.
El empuje de la tribuna fue alimentando la caldera de la máquina colchonera. Lo centraron más que nada en el brasileño. En la cancha sus jugadores satisfacían la rabia de los fanáticos y la rispidez se acrecentaba a medida que el partido cambiaba frenéticamente en su resultado. Neymar respondía con goles a los silbidos. El brasileño saltaba sobre las patadas. Messi corría con el balón atado esperando el golpe a sus espaldas. Iniesta esquivaba la valla de tachones. Uno de ellos lo usó el turco Arda Turán para arrojarlo ¿al abanderado? Un berrinche que sintetizaba la impotencia. Cani llegó a amenazar al paulista: "Algún día tendrá problemas". En las imágenes no quedaron registradas las burlas de Neymar. Apenas si se llevó la mano a su oreja cuando logró una anotación desafiando la animadversión de la grada.
Lo extraordinario fue que Simeone confesó que había ordenado a sus jugadores, en el entretiempo, no luchar por la victoria porque eso, que a su entender era inalcanzable, les traería más desgaste que satisfacciones. Un mensaje poco común en la filosofía del cuerpo técnico del Atlético, que con él y el "Mono" Burgos, ha marcado que el camino del triunfo viene lleno de empuje y sacrificio.
¿Habrá encontrado la profecía escrita en el pecho de la camiseta colchonera, que dice "Azerbaiján, tierra de fuego"?
Tal vez le habían puesto mucha leña a la hoguera y estaban a punto de causar un incendio donde podrían quemarse gravemente.
homero.fernandez@reforma.com
@MUNDODEPELOTA