Clásico de Clásicos
Que si tu estadio... que si es mi casa... que si ya no eres bienvenido.
Chivas parece estar haciendo lo indicado para despertar a una afición adormilada por los malos resultados y la falta de brújula de sus anteriores directivos; verdaderos puyazos para que saquen la casta.
No me parece mal, pues a final de cuentas ¿qué sería del futbol sin
las rivalidades?
Claro, pero en antagonismos futboleros el del Nacional contra Peñarol de Uruguay se cuece aparte.
Considerado el Clásico más viejo del mundo fuera de las Islas Británicas, los dos equipos más representativos de dicho país bien podrían ponerle el ejemplo a muchos otros.
LA MÁS VIEJA DE AMÉRICA
Que si el River contra Boca es uno de los 100 espectáculos que tienes que ver antes de morir; que si el Rangers contra Celtic lleva la rivalidad a otro nivel al mezclarse temas religiosos; que si el Flamengo contra el Fluminense paraliza a una de las ciudades con más vida como Río de Janeiro o que si las Chivas representando al pueblo contra el América de los ricos es uno de los más grandes Clásicos del mundo. No, a un lado por favor, que los charrúas vienen a poner el ejemplo.
Los ingleses se dicen inventores del futbol, que de hecho llevaron a Sudamérica desde finales del siglo 19; pues el Nacional contra Peñarol se jugó por primera vez el 15 de julio de 1900, es decir, una rivalidad tan añeja como los mismos clubes.
Como la mayoría de los clásicos, donde la empatía de una afición parte por las condiciones socioeconómicas, así surgió el clásico uruguayo.
Los aurinegros, como también se le conoce al Peñarol, surgieron en 1891 bajo el nombre del Central Uruguay Railway Cricket Club, la compañía ferroviaria de origen inglés nacida precisamente en el acomodado barrio de Peñarol, en Montevideo.
La respuesta de la clase trabajadora a este equipo formado en su mayoría por extranjeros fue la creación de un cuadro que se identificara con el pueblo, en donde los criollos pudieran jugar y fueran aceptados.
Así nació en 1899 el Club Nacional de Football, por iniciativa de un grupo de jóvenes estudiantes, por lo que no sólo es considerado el primer equipo integrado por uruguayos, sino también el primer conjunto criollo de América.
'EL CLÁSICO DE LA FUGA'
¿Qué hubiera pasado si aquel medio día del 25 de agosto de 1996, las Águilas de Ricardo La Volpe hubieran decidido no salir al complemento para no ser goleadas por Chivas? Pues en Uruguay sí ocurrió.
El 9 de octubre de 1949, Peñarol y Nacional se vieron las caras en plena disputa por el campeonato local. Los aurinegros eran amplios favoritos, con un ataque de miedo que tenía el mote de la "escuadrilla de la muerte", con jugadores que un año después se volverían famosos mundialmente como Alcides Ghiggia y Juan Alberto Schiaffino.
Al medio tiempo la lógica se imponía, el Peñarol vencía con facilidad 2-0 a un rival que ya tenía dos hombres menos por expulsiones. Para el segundo tiempo, temiendo que acabara con una goleada de escándalo, los tricolores decidieron no salir a terminar el juego ¡se fugaron!
Hasta la fecha, las barras del cuadro amarillo y negro arengan a su equipo con trapos gigantes en los estadios en alusión a dicha anécdota: "Yo soy el decano del futbol (apelando también a que son el club más añejo del País) y vos sos el decano de la fuga", se lee en una manta que sacan los días del Clásico.
O la otra, con la imagen del árbitro y los jugadores del Peñarol de aquel juego con la leyenda "Desde el 9 de octubre de 1949... seguimos esperando".
¿QUÉ PITAS?
Este Clásico también está aderezado por inverosímiles anécdotas, como la de la maleta que decidió un título... y no, no estoy hablando de un jugador.
Es el "Gol de la Valija", que precisamente tuvo como protagonista el maletín del kinesiólogo del Nacional, Juan Krischberg.
En la Final por el campeonato de la temporada 1933-34, en una jugada al ataque a favor del Peñarol, luego de un centro raso, el balón salió de la cancha, sin embargo, rebotó en la valija del kinesiólogo tricolor y de nuevo entró a la cancha; ante las dudas, el futbolista del Peñarol Braulio Castro empujó el balón a la portería buscando el gol.
El silbante de dicho juego, Telésforo Rodríguez, trató de invalidar la jugada con señales que nadie en la cancha entendió y mientras los de Peñarol festejaban su trampa, los del Nacional se querían comer al árbitro, pues no entendían por qué supuestamente el gol había contado.
La discusión dejó al Nacional con 9 hombres tras las expulsiones del legendario José Nasazzi y el "Ruso" Labraga; por la falta de luz artificial el partido se tuvo que suspender y se jugó tres meses después, el 25 de agosto del 34, en donde con todo y nueve hombres, el Nacional le sacó el 0-0 al Peñarol.
EL 'PULPA' ETCHAMENDI
"Los enanos nunca crecen", dijo el célebre José Antonio Roca al referirse a las Chivas previo a un Clásico Nacional, pero allá también calentaban los clásicos.
El director técnico del Nacional, Washington "El Pulpa" Etchamendi, fue uno de los personajes que le dio un toque especial a estos encuentros.
El folclórico entrenador es recordado por sus anécdotas y frases, también en la década de los 70, cuando el Nacional se convirtió en el equipo más ganador de su País y que llegó hasta conquistar una Copa Libertadores.
Cuentan que el "Pulpa" les decía a sus jugadores antes de los partidos contra el Peñarol: "Ya saben, a estos hay que ganarles... y si pueden con un gol de penal en los descuentos, así se van bien calientes".
Sus frases se ganaron un lugar en la historia del futbol uruguayo, pues la picardía con las que las expresaba hacían más memorable la anécdota.
"¿Saben cuál es el problema uruguayo?, que todos somos muy vivos, habría que traer dos o tres camiones de bobos y mezclarlos, a ver si conseguimos mejorar la especie", comentó en alguna ocasión.
Hoy en día pareciera que al futbol le faltan más Rocas o Etchamendis, pues la repetitiva e insulsa frivolidad de los discursos previos a los juegos aburren.
SALOMÓNICA DEUDA
Se antoja difícil que alguna vez los dos equipos más grandes de Uruguay tuvieran deudas tan grandes que fueran obligados a parar en la primera fecha del torneo, pero así ocurrió.
Previo al arranque del campeonato de 1986 -que se diputaría en dos rondas con 13 equipos a enfrentarse todos contra todos- ambos clubes decidieron no presentarse a jugar, sólo que el sorteo determinó que el Nacional descansaba, mientras el Peñarol sí fue programado.
Los aurinegros perdieron su primer juego por default, pero para evitar suspicacias los acérrimos rivales acordaron que en caso de que el Nacional terminara en primer lugar con una diferencia de uno o dos puntos no podría proclamarse campeón y habría que jugar un partido por el título.
En efecto, el Nacional quedó primero de la tabla un punto encima del Peñarol y todo se definió en un partido por el campeonato. El 6 de enero de 1987 se disputó la gran final y el Peñarol logró quedarse con el título al vencer 4-3 en penales.
Definitivamente que las rivalidades le dan vida a un futbol cada vez más aburrido y ordinario. Ojalá que le regresen la pimienta y el picante que alguna vez tuvo.
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