Ya se sabe que en gustos se rompen géneros y el enunciado acepta de todo: gustos por la comida, las personas, los trabajos... y el futbol.
El resultado siempre manda, pero la manera de obtenerlo, aunque sea en un lugar secundario, también importa a muchos.
Afirmaba Diego Simeone que es más difícil hacer el diseño de marca para un partido contra el Barcelona, que en otro contra el
Real Madrid. El entre juego de los catalanes los hace impredecibles, a veces incontrolables.
Con la calidad que tiene y puede, el equipo colchonero ofrece muchas virtudes: la intensidad, el desgaste físico, el orden y la personalidad que le han permitido ser, entre otras cosas, campeón de España y finalista de la última Champions.
Por esas cosas que tienen los torneos, el Atlético se ha enfrentado últimamente con mucha frecuencia a los dos más grandes equipos de la península. Doblegó al Real Madrid en la Copa del Rey para medirse en la siguiente fase con el Barcelona, al que igualmente enfrentó en Liga la semana pasada.
Los resultados han sido de lo más variado, sin que los Colchoneros renuncien un ápice al espíritu combativo que tienen sellado en el alma. Para aplaudirse sin descanso.
Cierto es que cuando las cosas le ruedan mal al Atlético -algo poco frecuente- la intensidad se convierte en rudeza y los elogios en cuchillos. Puede ser verdaderamente arrebatado el equipo del "Cholo" y repartir candela al que pase enfrente.
Del otro lado, hay dos escuelas que también tienen claro su sello. El Real Madrid con su ostentación financiera, verticalidad absoluta en la que manejan con maestría los espacios largos, y el Barcelona que hasta hace poco tenía la filigrana, la constancia y el virtuoso juego colectivo que maravilló al mundo.
No es que los catalanes hayan perdido todo lo construido. Simplemente, están cambiando y de pronto abandonan el toque eterno y paciente del "tiqui-taca" para ensayar nuevas fórmulas que ocasionalmente lo esconden. El arte, con Messi como firmante principal, tiene siempre un lugar en sus premisas fundamentales.
Así que los partidarios de cada uno de estos tres equipos tendrán claras sus fidelidades y gustos.
Otros paladares valorarán menos apasionadamente la receta de cada uno. Apreciarán más los estilos, la calidad, la gramática futbolera.
En ese sentido, el forcejeo atlético es un poco intruso frente al dominio de espacios que tiene el Madrid y la arquitectura barroca del Barcelona.
Aunque sea capaz de silenciar a veces los cañones de los poderosos y perder en un partido lleno de rebotes 1-0 en el Camp Nou. Aunque elimine a los catalanes en la vuelta.
El resultado en el futbol es casi todo. Pero no lo único.
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