El ave pródiga
Aquellos que piensan que haber nombrado a Paul Aguilar capitán del América fue como darle un bofetón al "Turco" Antonio Mohamed, les cuento que nada de eso es verdad, es más en el Nido de Coapa ya le dieron vuelta a la hoja en ese tema y cerraron el capítulo para no volverlo a abrir ni en charla de café.
Si alguno de ustedes ha leído la parábola del hijo
pródigo, les cuento que este caso es algo similar.
Mientras que el resto del grupo mantuvo una disciplina férrea, se cuidó al 100 por ciento para estar bien física y anímicamente, respondiendo con un campeonato, el "hijo desobediente" se salió del redil, le dio rienda suelta a las tentaciones con las consabidas consecuencias y su castigo inició cuando se perdió un título de Liga, que aunque estará en su currículum porque jugó la fase regular y parte de la Liguilla, no le sabrá igual que al resto porque no colaboró en los encuentros más importantes.
Tras el regaño y las advertencias, nada mejor que regocijarse ante el regreso de la oveja descarriada, que luego de la lección seguramente será uno de los que piense dos veces antes de volver a cometer el mismo error.
Gustavo Matosas y Ricardo Peláez quieren fortalecer la unión, demostrando que siempre debe haber una segunda oportunidad y ahora con la cinta en el brazo, Aguilar tendrá que entender todo lo que implica llevarlo; es decir ser un ejemplo dentro y fuera de la cancha.
Además de bajarle dos decibeles a su cotorreo, Paul también se encuentra muy amable con el americanismo y ahora sólo falta que aprenda a manejar sus relaciones públicas e imagen, para que todo vuelva a su nivel.
Paciente auriazul
Muchos de ustedes e incluso yo nos sorprendimos cuando en la lista de transferibles que dio Pumas el pasado 2 de diciembre estaba José Antonio García.
Durante todo este tiempo traté de encontrar una respuesta al motivo de la directiva por prescindir de un joven defensa que, aunque era aquejado por las lesiones, pintaba para un buen prospecto en el club.
Bueno, mi duda duró hasta hace apenas unos días que me enteré que Toño comenzó a caer en una actitud de queja tras queja en cuanto a su estado físico.
Si bien al inicio las dos operaciones de cadera en el último par de años hicieron comprender al cuerpo técnico felino que no se le podía exigir mucho a García, llegó un momento en el que el jugador casi casi sentía el roce del aire para soltar un "¡ay, me duele esto o aquello!".
Esta actitud no fue del agrado ni de los mismos compañeros de Toño, quienes sentían que el defensa tendía a exagerar.
Si bien este no sería el motivo definitivo para ponerlo transferible al menos a mí me quitó la sorpresa de verlo en aquella lista decembrina.
A final de cuentas, Toño se quedó en el plantel, y más de uno adentro del vestidor espera que este trance navideño le ayude a madurar, porque calidad la tiene, pero entre tanta queja, se olvidaba.
san.cadilla@reforma.com