El domingo pasado se corrió el maratón de Monterrey en un clima que vale la pena analizar.
El maratón arrancó a las 7:00 horas a 17 grados centígrados, con una humedad relativa de 100 por ciento. La sensación percibida era de un clima fresco, grato.
La temperatura se mantuvo hasta poco después de las 9:00 horas para subir a 24 grados a las 13:00 horas y no fue exageradamente
alta.
La humedad relativa bajó del 100 por ciento a la hora de arranque, al 75 por ciento a las 13:00 horas. Eso afectó más a los corredores
¿Qué significa esto?
Los cronometrajes más rápidos de la historia se han registrado cuando se arranca a ocho grados, con una humedad relativa menor al 60 por ciento.
Eso permite que el calor que se genera al correr se disipe casi a la velocidad a la que se produce. Pero cuando la temperatura ambiente sube, la diferencia respecto a la del cuerpo humano se reduce y baja la velocidad a la que el calor se disipa. El calor que no se disipa se acumula, la temperatura del cuerpo sube y eso hace que aparezca la fatiga.
Por cada tres grados que se eleva la temperatura, por arriba de los ocho, el cronometraje se "alenta" en uno por ciento.
Pero no es todo. La alta humedad relativa impide la evaporación del sudor y la disipación del calor, lo que ocasiona un efecto igual o mayor al de la alta temperatura, pero que "no se siente".
En Monterrey: nueve grados por arriba de lo ideal significa un cronometraje final de tres por ciento más lento, sin contar la humedad. Pero si no se toma en cuenta lo anterior al correr la primera mitad, se pagan las consecuencias; y muchos las pagaron.
La combinación de humedad y temperatura que se dio fue demoledora. Sólo el 1.8 por ciento de los participantes calificó para el Maratón de Boston mientras que en el 2013, que arrancó a siete grados, calificó el 4.2 por ciento.
Comentario: esta colaboración nació hace 30 años en el Periódico El Norte. Agradezco a los lectores el privilegio de su lectura. ¡Feliz Navidad!
Recuerda que correr es salud y algo más... mejor calidad de vida.
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