El nivel futbolístico que han mostrado los equipos en esta Liguilla ha tirado a la basura lo interesante que debería ser la ventaja que otorgan los goles de visitante, con excepción del América, que ayer supo aprovecharla muy bien.
Esta idea, que nació para incentivar a que los equipos visitantes arriesgaran más y propusieran un futbol más ofensivo, al parecer ha promovido, debido a la
poca calidad de los equipos, un exceso de precaución en los anfitriones.
Desde los Cuartos de Final, en los partidos de ida, hemos visto que el temor de los locales supera a su interés por anotar. Los sistemas tácticos han mermado el atrevimiento de los que podrían hacer un mejor futbol.
Ayer, en Toluca, no fue la excepción: Diablos buscaba, de una forma muy discreta para ser el equipo local, el arco de Tigres, que hacía lo propio a la espera de una jugada individual, un balón parado o un error del adversario para anotar. A mí tanta precaución me aburre.
El error que esperaban los felinos para lograr su anotación, y que nunca llegó, lo cometió su propio jugador, Egidio Arévalo, quien no hizo gala de toda su experiencia y dejó con 10 hombres a su equipo a unos cuantos minutos del final del partido.
Para la tranquilidad de "Tuca", el Toluca ni siquiera esbozó un intento de hacer valer su condición de local y de su superioridad numérica en la cancha, sino que sólo cumplió para que el adversario no le anotara, pero los Diablos tampoco anotaron.
Con eso tuvimos que tragarnos otro partido "liguillero" cuyo nivel no representó lo que estaba en juego.
ESTE ARROZ YA SE COCIÓ
Aunque, para los que creen en milagros, plantarse en el Estadio Azteca con un futbol técnica y tácticamente tan limitado y verse obligado a anotarle cuatro goles a un América, que se defiende y contragolpea muy bien, me parece simplemente imposible.
Bastaron 3 minutos de desatención colectiva y una jugada individual de Hiram Mier para que mi ilusión de ver una gran Final Regia se desplomara por completo.
Mientras que Carlos Barra fue coherente al repetir alineación, "Tony" Mohamed armó un esquema táctico adecuado a la situación: anuló, obligó y goleó.
Con dos centrales y un líbero, redujo a casi cero la posibilidad de contragolpes, eliminando así la única variante ofensiva de los Rayados, que es la velocidad de Dorlan Pabon.
Sin tal posibilidad, los Rayados se vieron obligados a jugar en la cancha del rival con pelota dominada, lo cual no es lo suyo, y fue el América el que tuvo los espacios para hacerle daño a los dirigidos por Carlos Barra.
Para muchos, pudo haber sido decepcionante, pero para mí no. Este Monterrey llegó mucho más lejos de lo que yo imaginaba.
@krek9
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