La Liguilla por el título despierta expectativas, definidas como "posibilidad razonable de que algo suceda".
Los aficionados despiertan más que en ninguna otra época de la campaña porque los jugadores también lo hacen. Las charlas de café se llenan de futbol, los profanos del juego se convierten en aficionados temporales y el ambiente se contagia de lo que los participantes
brindan.
Se juega más de noche que de día, lo que ayuda a que el ritmo de los partidos sea más intenso: ese es el primer indicador de espectáculo. La vivacidad con que se juega a diferencia de lo que sucede en algunos partidos de mediodía en ese mismo estadio, es como bailar salsa contra practicar el vals.
Mucho de lo dicho en referencia al Pumas-América en CU careció de la correspondencia que lo recompensara. Con el tránsito en medio campo que revela las precauciones de los contendientes, fabricaron algunas llegadas que no rompieron totalmente lo sordo del partido.
América hizo dudar si la mala racha que sufrió en su cierre de campaña es de resultados o también de lesiones. Una cosa llevará a la otra.
Rubens Sambueza, conservado entre algodones los últimos días, fue baja sensible de la alineación de las Águilas. Miguel Layún, quien sólo duró 45 minutos en el campo, fue otro temor confirmado por Antonio Mohamed, juzgado con severidad por haberlos dejado en la banca en el partido de la última jornada contra el Atlas.
Con estas dos bajas, los visitantes perdieron gran parte de su capacidad de desborde, que es el arma para abrir cualquier partido emboscado. Michael Arroyo y Luis Ángel Mendoza no pudieron llenar el requisito.
Pumas, con Ludueña viendo el partido desde la banca como es costumbre hasta ciertas alturas cada semana, se extrañaba porque es el único que tienen los auriazules con esas condiciones de desequilibrio. Junto con Luis Gabriel Rey, para tener América por fin dos atacantes, se dio el anuncio: ambos arriesgaron un poco más durante los 20 minutos finales. Digamos que ahí empezó el partido.
"Hachita", como si fuera de equipos especiales en el futbol americano, entró para remediar las cosas y enderezar la causa. Su pase le dio sentido a los esfuerzos de Eduardo Herrera, rescatado del ahogo que sufría por falta de parque. El gol de Pumas encendió CU.
Como goles son amores, todo lo explicado es anécdota. El orgullo universitario, el canterano resucitado por Memo Vázquez para hacer goles, lleva el protagónico.
La maldición del líder toma forma y requiere de un mejor partido de América para la vuelta. Sufrió un zarpazo tremendo del que luchará mucho para recuperarse.
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