¿Sabe tan mal?

Francisco Javier González
en CANCHA


La Copa, salvo que sea en exceso, es sinónimo de celebración.

En el caso del futbol mexicano, sin embargo, la connotación es diferente: muchos técnicos la desdeñan, ironizan sobre ella, la sienten como una piedra en el zapato y algo tan desagradablemente obligatorio como ir los domingos a casa de la suegra.

Algunos de ellos, como los Tigres de Ferretti, parecen alucinarla. Sin

embargo, la tomaron con seriedad poniendo a jugar en sus partidos una mayoría de jugadores titulares.

Hay datos numéricos de la Copa MX que son reveladores: uno de ellos, que Tigres y Santos Laguna fueron los que más titulares utilizaron. Otro, que pese a que en la ronda de grupos todos los equipos en promedio utilizaron un 70 por ciento de suplentes, en las fases de eliminación emplearon a sus titulares.

Curioso resulta que el 80 por ciento de los equipos utilizaron a su portero suplente, y que un torneo diseñado en parte para darle vigor a la Liga de Ascenso, sólo vio a tres de sus clubes utilizando a su mejor equipo durante toda la ruta: Alebrijes, Altamira e Irapuato.

El torneo, pues, tiene sus virtudes. Una de ellas, que hay jugadores del primer equipo que no tienen actividad en la Liga y encuentran en él una oportunidad de competir.

Si el número de debutantes en el primer torneo copero no se ha igualado porque fue muy alto -150 de 690 futbolistas-, sí encontramos cada semestre nombres nuevos que pelean por un lugar en los primeros equipos.

Para Santos tener un trofeo más en sus vitrinas debe ser reparador. Incluso lo habrá sido para Puebla, con una campaña aciaga en la lucha por la permanencia. Haber arribado a la Final y perderla en penales tiene que ayudar al ánimo. Tras mucho tiempo torciéndole la sonrisa a sus partidarios, entregó una ilusión. Como en todo el planeta sucede, un título copero no será de la misma importancia que la Liga, pero tampoco es para tirarlo a la basura.

Los equipos dicen que las cuentas no salen y tendrán razón: no hay manera de ingresar las cantidades que se erogan para enfrentar el torneo.

Lo que haría bien es tener un cambio de enfoque: en la Copa se invierte para aceitar la estructura de los planteles y no para molestarlos. Ofrece oportunidad de mejorar el ritmo competitivo, de probar a nuevos jugadores que son arropados por algunos de los consagrados y hace menos tediosa la semana de entrenamientos.

Tiene desventajas, por supuesto. Como todo lo tiene en la vida. Es perfectible sin duda.

Por lo pronto vimos una Final atractiva, decidida con dramatismo y algunos nombres que retener.

La Copa no sabrá tan mal como se dice. Todo depende de la forma en que se mire.

 
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