Un título al caño
Es la Final del Mundial de Italia 90. Han transcurrido 85 minutos. La tensión del 0-0 entre Alemania Federal y Argentina se rompe con un silbatazo de Edgardo Codesal. Voller yace en el césped prohibido; Sensini alza los brazos y niega su culpa. Penalti a favor de Die Mannschaft...
Miles de banderas alemanas comienzan a agitarse en el Olímpico de Roma; las
italianas, indecisas en principio, se unen a la fiesta. Los argentinos vuelcan su ira contra Codesal, al que casi se comían vivo desde la expulsión de Monzón, veinte minutos atrás.
El balón descansa a once metros de la gloria. Espera a su héroe. ¿Matthaus, Klinsmann, el mismo Voller? No, es el rubio camiseta 3 de los teutones quien se dispone a lanzar. Millones de ojos en el mundo se posan en él. Su nombre: Andreas Brehme.
DESTINO EN SUS PIES
Brehme (Hamburgo; 9 de noviembre de 1960) inició su carrera en el Barmbeck Uhlenhorst, en 1980, de donde pasó al Saarbrucken, y casi de inmediato, al FC Kaiserslautern, con apenas 21 años.
Su técnica, su eficacia en la marca y su precisión a la hora de servir lo convirtieron en un verdadero baluarte con los Diablos Rojos; luego de 5 temporadas, el Bayern Munich lo integró en sus filas.
Una gran proyección ofensiva y buen disparo lejano colocaron al carrilero izquierdo en los cuernos de la luna; con los bávaros festejó su primer título de Liga y la Supercopa alemanas, en 1987.
Pero un año antes, había llorado de impotencia al ver cómo la Copa del Mundo se tornaba albiceleste en las manos de Diego Maradona, con el orgullo teutón hecho añicos sobre el césped del Azteca.
Y ahora estaba ahí, manos a la cintura y mirada fija en el esférico, con la posibilidad de tomar revancha de los argentinos o de convertirse en ícono de la deshonra en todo Alemania.
EL MURO DE 'GOYCO'
Su inexpresivo rostro sólo cobra vida cuando la pelota se cuela en el ángulo inferior derecho de Sergio Goycoechea, en el único hueco que el lance del guardameta había dejado libre.
"Lo peor fue la espera de 6 ó 7 minutos antes de que pudiera tirarlo (el penalti). Los argentinos estuvieron discutiendo todo ese tiempo con el árbitro y sacaron el balón del campo", recordó en una entrevista el héroe de aquella Final.
Brehme, quien le pegaba al balón con ambas piernas, se decidió esa noche por la diestra; enfrente tenía a "Goyco", cuya fama se elevó al cielo luego de haber atajado cuatro penaltis en la justa.
"Ya me había decidido por esa esquina antes de disparar", rememoró el jugador, entonces defensa del Inter de Milán. "(Sergio) era un gran portero, sobre todo en los penaltis".
"No pensaba en nada, ¡sólo quería que la pelota entrara! Y cuando vi que había entrado, sentí un alivio y una alegría sin límites".
Alemania lograba su tercer título mundial; ahora era Diego quien lloraba.
¿POR QUÉ NO LOTHAR?
Con Lothar Matthaus coincidió en su llegada al Inter. Al lado de él y de Jurgen Klinsmann, Brehme formó un trío que llevó a los nerazzurri a ganar la Liga y la Supercopa, en 1989, y la Copa de la UEFA, en 1991.
Sin embargo, la relación con sus compatriotas no siempre fue cordial, sobre todo con Matthaus.
Los rumores de peleas entre ambos en el vestuario interista -una vez, incluso, el volante le habría tirado un zapatazo-, fueron reconocidos en parte por Brehme, a quien no le gustaba quedarse callado.
"Es normal, a veces nos gritábamos. Nada grave, le aseguro".
Que haya sido el lateral y no el capitán teutón el encargado de cobrar ese penalti en Roma parece que lejos de ayudar, los distanció aún más.
"Éramos cuatro pateadores, y me decidí yo", contó Brehme, cuya potencia y certeza en los cobros de castigo era bien conocida, pero no por encima de la jerarquía de Matthaus, quien además llevaba 4 goles en el campeonato.
Las luces y las cámaras enfocaron a Andreas como el protagonista del triunfo y no a quien se suponía era la figura de Alemania. Entonces, ¿por qué Lothar no levantó la mano para cobrar?
"Se me rompió la suela y en esa época no teníamos un segundo par de botas. Cuando llegó el penalti no me sentía lo suficientemente seguro (para tirarlo)", fue la irrisoria explicación de "Loddar", según el periodista del diario As, Juan Jiménez.
'NO HUBO PENALTI'
Más de dos décadas después, ese penalti -inolvidable en todos los sentidos- es aún motivo de polémica. Y no sólo por las quejas argentinas contra Codesal, sino porque el propio Brehme declaró, en el 2006, que nunca existió la falta.
En la Final del Mundial de 1990 marcó usted el penalti decisivo (...) Ahora que ya ha prescrito, sea sincero. ¿Fue penalti?
"No. Hubo penalti antes, a Klaus Augenthaler. Pero el que yo marqué no lo había sido", dijo en una entrevista a José Comas, corresponsal en Berlín del diario El País.
Usted, como defensa, sabe que fue una entrada correcta (la de Roberto Sensini)...
"Sí, claro. Pero es peligroso hacerla en el área", reviró Brehme, con su parco estilo.
Las reacciones no se hicieron esperar. Entre ellas, por supuesto, la de Maradona, quien acusó a la FIFA y a su entonces vicepresidente, Hermann Neuberger, de haber conspirado para evitar que Argentina ganara el Mundial.
"Fue una farsa, estaba todo orquestado antes de empezar", lanzó el "Pelusa", furioso por la designación de Codesal -naturalizado mexicano, pero uruguayo de nacimiento- como juez central aquel 8 de julio de 1990.
COMIENZA EL DECLIVE
Tras cuatro temporadas en Italia, Brehme fichó por el Real Zaragoza, en 1992, donde pasó más penas que gloria, a no ser porque contrajo nupcias con Pilar, su mujer, de la que se separó recientemente.
Volvió entonces a Alemania, con el Kaiserslautern, para ganar la Copa de Alemania (1996) y su segunda Bundesliga (1998), a los 38 años; esa campaña marcó su retiro como jugador.
Con Die Mannschaft todavía disputó el Mundial de EU 1994 -del que fueron eliminados en Cuartos por Bulgaria- y la Eurocopa de Inglaterra 1996, que ganaron tras vencer a la República Checa con "gol de oro".
En el 2000, se tituló como entrenador al lado de, entre otros, Joachim Low, actual seleccionador alemán. Tomó durante un par de años las riendas del Kaiserslautern y luego del Unterhaching, en la Segunda División.
La crisis empezó en el 2006, cuando perdió su empleo como asistente del italiano Giovanni Trapattoni en el Stuttgart. A decir suyo, recibió propuestas para dirigir en Turquía, que rechazó, y se mantuvo como embajador de la Federación Alemana hasta el 2009.
A partir de ahí, sólo apariciones en eventos públicos -como el partido de despedida del guardameta Oliver Kahn, en el 2008- y trabajos ocasionales en campañas publicitarias.
Hace unas semanas, Brehme reconoció estar en la ruina económica.
AYUDEN A ANDREAS
La prensa alemana reveló que el ex futbolista tendrá que responder en diciembre ante un juzgado en Munich por adeudos superiores a los 172 mil euros y que, ante tal situación, puso en venta su casa, hipotecada por 400 mil euros.
Las deudas, según el diario español La Verdad, son con un magnate inmobiliario y otros dos individuos de la capital bávara que en un plazo de dos años le prestaron 345 mil euros, con un elevado interés del 8.5 por ciento.
Franz Beckenbauer, técnico de aquella selección alemana, ya reclamó públicamente ayuda.
"Tenemos la responsabilidad de ayudar a Andreas. Él hizo mucho por el futbol alemán y ahora es el turno del futbol alemán de hacer algo por él", dijo.
Oliver Straube, otro ex futbolista, no tuvo tanta compasión y le ofreció trabajo en su empresa... ¡limpiando baños!
"Estamos dispuestos a emplearlo como ayudante en nuestra firma de limpieza. Allí se enterará lo que es trabajar de verdad, haciendo el aseo de los sanitarios e inodoros. Eso sí es ayudar a Brehme", comentó.
En la misma entrevista en la que reconoció la inexistencia de aquel penalti, se le cuestionó si había recibido algún beneficio económico por el título del 90.
"No, de ningún modo. ¿Por qué? Ganó todo el equipo, no sólo un jugador", dijo Brehme.
Quién diría que, 24 años después, fallaría el penalti más importante de su vida... contra sí mismo.
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