Eso de que a Panamá y Honduras hay que ganarles sólo porque México es mejor, suena a rancio. Y también es un poco ignorante.
Claro que los alemanes hubieran podido pensar lo mismo de los polacos y los españoles de los eslovacos. Hay razas futbolísticas que se sienten superiores y por lo tanto un tropezón frente a un equipo menor es punto menos que inaceptable.
Los titulares de hoy y
los comentarios en el café respecto al partido de ayer en Querétaro hablarán de lo mal que jugó la Selección, de lo anodino del partido y de la feria de patadas en que se convirtió la cancha de La Corregidora con un árbitro que parecía más ciego que una tapia. Nada de eso será mentira.
Pero es probable que casi todo mundo descuide una situación básica de planteamiento: la calificación de un partido depende de los objetivos que se hayan marcado y la posibilidad de conseguirlos.
La Selección no tiene conjunto porque no ha jugado nunca ni con la alineación que presentó contra Honduras y Panamá. Miguel Herrera tiene que buscar jugadores para hacer dos equipos y la única manera es llamar futbolistas para observarlos y decidir lo prudente en el momento necesario.
El par de triunfos que enderezan frente a ambos rivales los números que se han dado últimamente, no fueron brillantes, ni convincentes ni concluyentes. Y todo eso tiene una lógica.
Respecto al primer calificativo, contra rivales de la zona que juegan -y México contesta- a darse patadas, no puede haber brillo. Los estilos chocan, las maneras de incomodar al rival son poco menos que cuaternarias y el futbol no fluye.
Convincente tampoco podía ser. Este equipo está iniciando un largo proceso para refrescarse. Se busca nueva sangre y la lista de candidatos es amplia. La columna vertebral tiene dientes de leche: los centrales no han jugado juntos más que dos partidos, el contención es debutante, uno de los interiores jugó tres posiciones en el mismo juego y el centro delantero titular -"Chicharito"- le dejó su puesto natural a otra apuesta -"Chuletita", para completar la lista del súper- que no ha podido lograr el peso específico que de él se requiere.
Los complementos, sin embargo, ofrecieron buenas noticias. Güémez fue una agradable sorpresa, "Ponchito" González le pone música al juego y "Cubo" Torres justifica su presencia.
Pedir por otra parte que lo visto sea concluyente, es tanto como decir quién se titula en una carrera después de presentar su examen de admisión.
El estereotipo dice que hay que pegarle al Tri cuando no nos gusta, pero lo razonable es dar tiempo a lo que hoy es sólo un esbozo del futuro.
Que guste o no un partido es distinto a entender su cometido. Cada cabeza es un mundo.
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