Todos lo vieron en la cancha y por televisión. Las redes sociales se hicieron el agosto. El casi imperturbable Arsene Wenger dándole un empujón en el pecho a José Mourinho, que casi le hizo perder el equilibrio. Por su impacto mediático se pareció a aquella agresión del portugués a Tito Vilanova, entonces asistente de Pep Guardiola en el Barcelona. En su repercusión, pero no en la forma. Esta vez
el francés fue de frente y no por la espalda, como entonces Mourinho.
Fue un gesto arriesgado que traspasó la esgrima verbal que mantenían desde el 2005, por lo menos. En octubre de ese año Mou llamó "voyeur" a Wenger. "Hay algunas personas que cuando están en casa usan un telescopio para ver a sus vecinos. Él habla, habla y habla todo el tiempo del Chelsea". "Cuando le dan fama a la gente estúpida, la hacen más estúpida y menos inteligente", le devolvió Wenger.
La frustración del entrenador del Arsenal, que lleva 12 partidos sin ganarle al "Special One", es tan añeja como su presencia en el banquillo de los Gunners. Por su falta de títulos en casi una década, Mourinho no dudó en cargarle la etiqueta de "especialista en fracasos".
Como esos matones que miran a los ojos buscando pleitos, el portugués se fue hace unos días contra Gordon Taylor, el presidente del gremio de futbolistas quien había dicho que hay cierto racismo en el balompié de Inglaterra porque no hay entrenadores negros. "No hay racismo en el futbol. Si tú eres bueno, tienes trabajo", lanzó Mou. El zar antidiscriminación de la FIFA, Jeffrey Webb, le respondió: "Increíble. Eso no tiene ningún sentido".
La fama de chico malo del ex entrenador del Real Madrid parece que ha sobrepasado al personaje. Tiene a su equipo primero y a 5 puntos del segundo, pero parece encaminarse a obtener tantos enemigos como victorias en la Premier.
Todavía no secaba la tinta del papel y el nombre de Mourinho volvió a los encabezados de la prensa inglesa. El ex capitán del Manchester United, ahora asistente técnico del Aston Villa, Roy Keane, lo llamó "una desgracia" y lo acusó de actuar permanentemente de forma irrespetuosa e insultante.
Los comentarios del irlandés se referían a lo ocurrido durante el partido en que el Chelsea ganó 3-0 a su equipo. Antes de que terminara el encuentro, el portugués se dirigió a la banca visitante para despedirse, como dando todo por concluido. Tanto Keane como su jefe Paul Lambert, se negaron a saludarle. "Es inaceptable. Le he visto hacer lo mismo con otros entrenadores. El partido seguía. No puedes hacer eso", dijo el ex capitán del ManUtd. Y, remató, que si lo hubiera encontrado rumbo a los vestuarios no le habrían faltado las ganas de darle un escarmiento.
Mourinho sigue jugando con fuego.
¿Cuál lo quemará primero: el de la gloria o el de la arrogancia?
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@MUNDODEPELOTA