El colega incómodo
Desde que Antonio Sancho aterrizó en Pumas como vicepresidente deportivo a finales de agosto, uno de sus principales propósitos ha sido tener una mayor apertura del equipo, intención que no obstante ha sido bloqueada en gran parte por un integrante del cuerpo técnico.
Este personaje, que llegó con la administración de Mario Trejo, no ve con buenos ojos que
los jugadores hablen demasiado en público aun cuando le va bien al equipo, por lo que ha hecho lo imposible para tratar de cerrarle de nuevo la boca a los felinos.
El problema radica que el "contreras" es quien maneja la logística del grupo, es decir, lugar y hora de los entrenamientos, por lo que las demás áreas de la institución deben acudir a él para dar a conocer los detalles para que los medios sepan cuándo y dónde van a hablar los Pumas.
Pero como este personaje está en contra de la apertura, resulta que cuando se le busca, ya sea en persona o teléfono, tiende a dar largas o de plano hacerse el occiso y más de una vez se ha salido con la suya de que nadie se entere cuándo y dónde va a estar el primer equipo.
Resulta muy triste que uno de los principales problemas para Sancho en su misión para componer a Pumas se encuentre adentro del mismo club... Ojalá y él, o alguien de más arriba, puedan tomar cartas en el asunto porque el equipo de la Universidad Nacional no puede ser presa de alguien que quiere "esconderlo"...
Pantalla traicionera
El domingo la "Nación Chiva" vivió un auténtico tormento en su propio estadio, con un colofón digno para el olvido.
Mientras en la cancha el Atlas le ganó al Rebaño por la mínima, en la tribuna del Omnilife la "goliza" fue bastante clara, pues todas las veces que quiso, la barra rojinegra, que abarcó toda la curva de la parte superior de la cabecera norte del inmueble del Guadalajara, le ganó en cantos a los del chiverío, que eran muchos menos en cantidad y en intensidad.
Cuando la derrota estaba prácticamente consumada, "La 51" y sus agregados, empezaron a entonar una versión del Cielito Lindo que iba al son de "Ay, ay, ay, ay, Chivas no llores..." que cimbró no sólo el estadio sino seguramente el corazón de cada barrista y aficionado rojiblanco presente.
Para colmo, apenas terminó el encuentro, nuevamente sonó la canción y la transmisión de la televisión se fue de inmediato a hacer un close up de los jugadores del Atlas, que arengaban a la fiel a cantar más fuerte, con el pequeño detalle de que las dos pantallas gigantes del Omnilife pasaron la imagen durante más de cinco segundos, hasta que el operador se dio cuenta y cortó para poner comerciales y acto seguido puso música a todo volumen para tratar de contrarrestar la afrenta de los visitantes cuyo daño, definitivamente, ya estaba hecho y por partida doble.
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