Un rojo desteñido
Autor de 103 goles en su carrera, ganador de la Copa del Mundo en 1974 y figura del Bayern Múnich y del Real Madrid, la calidad de Breitner en la cancha fue opacada por su fama de futbolista excéntrico y rebelde.
Paul, quien vivió en carne propia los estragos de una Alemania dividida, maravilló no sólo por su talento en el campo, sino por su peculiar "look":
peinado afro, patillas anchas y una frondosa barba.
No parecía una simple moda. Afín a las ideas progresistas, lector del Libro Rojo y admirador de Ho Chi Minh, estaba convencido de que el comunismo era el camino correcto en un mundo polarizado por la Guerra Fría.
Tal fue su apasionamiento que, aun en la cúspide de su carrera, renunció a la posibilidad de jugar el Mundial de 1978, en protesta por la cruenta dictadura impuesta en Argentina por Jorge Rafael Videla.
Con la selección germana disputó 48 partidos e incluso le anotó a Holanda en la Final mundialista del 74; pese a todo, fue un idilio nunca consumado, pues llegó a renunciar tres veces a ella.
EL 'BICHO RARO'
Nacido en la Alta Baviera en 1951, Breitner empezó a jugar al futbol con el SV Kolbermoor y más tarde deslumbró con el ESV Freilassing; ahí captó la atención del Bayern Munich, que le ofreció un contrato como profesional.
Así, en 1970, abandonó sus estudios de pediatría en la Escuela Normal de Múnich, donde había adoptado las características propias del intelectual rebelde.
"A Breitner le endilgaron la imagen de ser un bicho raro desde que en sus años mozos se tomó una fotografía bajo un póster de Mao y proclamó sus simpatías por el 'Che' Guevara", publicó el semanario alemán Der Spiegel.
Miembro de la generación de mayo del '68, un juvenil Breitner hizo suyas las banderas de la revolución cultural y del maoísmo. También se manifestó abiertamente en favor de la Alemania del Este pese a su origen bávaro.
No en vano recibió los apodos de "El Kaiser Rojo", "El Maoísta" y "El Afro del Futbol". Otros menos pretenciosos lo llamaban "El Abisinio" por su semejanza con este particular felino, de movimientos siempre elegantes y armoniosos.
TEMPLE DE HIERRO
Con el Bayern, la calidad técnica y potencia física de Breitner fueron esenciales para la consecución de 3 Bundesligas (1972, 1973 y 1974), así como la primera Copa de Europa del conjunto alemán, en 1974.
Su fiereza en el campo, potencia en el disparo y don de mando lo condujeron a la selección de la Alemania Federal que ganó la Eurocopa de 1972, en Bélgica, y, dos años más tarde, la Copa del Mundo como anfitrión.
No le temblaron las piernas en la Final contra Los Tulipanes, en el Olímpico de Munich, ante más de 75 mil personas; fue el encargado de marcar, desde los once pasos, el gol del 1-1 momentáneo.
"Gerd Muller había fallado varios (penaltis) en la Bundesliga y no había nadie que estuviera dispuesto a lanzarlos", narra Breitner sobre aquel momento. "Tras (anotar) el penal, me di cuenta de que íbamos a ganar aquel partido".
El desenlace es bien conocido: los teutones vencieron 2-1, con anotación de Muller.
Empero, hay quien afirma que la tarde siguiente, al ver en la TV la repetición de su penalti, Breitner salió corriendo a la calle en un ataque de ansiedad.
UN MAOÍSTA EN MADRID
Tras ganarlo todo con la Mannschaft, rompió con el Bayern y su presidente Wilhelm Neudecker, cuya alma conservadora no soportó que Breitner festejara un título del Bayern desnudo sobre la cancha.
Fichó entonces por el Real Madrid, un club paradójicamente asociado a la imagen del -debilitado, pero poderoso aún- dictador Francisco Franco.
Una vez allí, dio su primera muestra de rebeldía al donar medio millón de pesetas a los obreros metalúrgicos de la fábrica Standard, que estaban en huelga.
En lo deportivo, aprovechó las ventajas de jugar como lateral izquierdo o mediocampista y, junto con su compatriota, Gunter Netzer, desbancó al Barcelona del dominio que ejercía.
Con los Merengues, ganó el título de Liga en 2 ocasiones (1975 y 1976) y una Copa del Rey (1975).
En 1977, los dirigentes del Madrid deshicieron el trato con Breitner por considerarlo un jugador conflictivo.
"Con terrorismo, partidos y sindicatos en fase de legalización, ruido de sables, el Madrid prefirió rescindirle el contrato y darle luz verde para regresar a Alemania", describe Gonzalo Mazarrasa en "Futbol y Pasiones Políticas".
Recaló de nuevo en la Bundesliga, donde su buen rendimiento lo mantuvo como un fijo de la Selección. El Mundial de Argentina se perfilaba como su consagración; el único que podía impedírselo no jugaba al futbol: Videla.
CONTRA LOS 'EUNUCOS'
En realidad, su decisión de no acudir al Mundial del 78 sorprendió a muy pocos. Quedaba clara su antipatía por el ambiente político de Argentina, pero el que privaba al interior del combinado alemán no era menos tenso.
Un artículo firmado por Breitner en el que atacaba ferozmente, no sólo a la dictadura argentina sino a la Federación de Alemania por no oponerse a la celebración del Mundial, se publicó en la revista Stern, el 7 de abril de 1978. Faltaba un mes para la justa.
Paul criticó a sus compañeros por no manifestar su rechazó hacia la Junta Militar establecida en el país suda-mericano dos años atrás.
"Alemania es campeón del Mundo y no debe dejar que la utilicen como una marioneta. Los deportistas, aunque tengan en el deporte su principal preocupación, no deben ser eunucos políticos", escribió el germano.
Las reacciones no se hicieron esperar. En tono irónico, Berti Vogts le cuestionó a Breitner que no emprendiera también una campaña contra la violación de los derechos humanos en países socialistas.
Con un plantel en transición y golpeado en lo anímico, el fracaso era inminente. La voz de Karl Heinz Rummenigge se alzó para reclamar el retorno del "Káiser Rojo".
Tras la reconciliación, el volante clasificó a Alemania a la Final de España 1982, en la que cayó 3-1 ante Italia. Breitner hizo el único tanto germano y se unió entonces a Pelé como los únicos en anotar en dos finales mundialistas.
PRECIO A LA BARBA
Con el paso de los años, harto de que sus detractores le recriminaran su doble moral -defender las ideas revolucionarias y a la vez disfrutar de una lujosa quinta a las afueras de Múnich-, Paul matizó su discurso.
Las críticas no eran en vano. En 1977 llegó para vestir la camiseta del Eintracht Braunschweig, la primera en utilizar publicidad; sólo el patrocinio de Jagermeister permitiría al club sufragar su elevado sueldo.
También participó en la filmación de un western ("Potato Fritz") y protagonizó una campaña para una línea de cosméticos que le ofreció 150 mil marcos por afeitar su prominente barba.
Tales contradicciones lo obligaron a moderar sus palabras, como lo hizo con el periodista español Alfredo Relaño.
"Breitner explicó que nunca fue maoísta ni nada que se le pareciera, sino simplemente un hombre con ciertas inquietudes e inclinación hacia las ideas de las izquierdas", publicó Relaño en su libro "366 Historias del Futbol Mundial...".
DE VUELTA A MÚNICH
Al cabo de una temporada en Braunschweig (1977-78), Paul regresó a las filas del Bayern Múnich, motivado por su mujer y sus hijas; lo hizo para ganar la Bundesliga en 2 ocasiones más, en 1980 y 1981.
En 1983 dijo adiós al profesionalismo y se integró al organigrama directivo del conjunto bávaro.
Una última polémica se suscitó en 1998, cuando su anuncio como seleccionador teutón fue revocado ante el rechazo de los propios trabajadores de la Federación. Duró en el cargo... ¡17 horas!
Hoy, a sus 63 años, es visor del cuadro muniqués y ejerce como columnista y comentarista en Alemania, además de ser representante de marcas deportivas.
A la distancia, los ideales comunistas que Breitner tanto defendió en su juventud -o al menos, así nos hizo creer- parecen haber perdido definitivamente su color.
Mail: san.cadilla@mural.com
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