Anteponiendo el más legítimo propósito por alimentar la crítica constructiva, hay temas en los que es imposible enarbolarla.
La inseguridad en los estadios de futbol es un tema que se está añejando en México. Ya es como el cervecero: ahí está siempre.
Me pueden platicar, y entiendo que es así, que la ley se ha vigorizado para castigar a los destructores del orden, que ciertos
equipos tienen protocolos serios y sistemas de video muy sofisticados, pero la violencia sigue manifestándose y espantando familias de los estadios.
Deben pasar de las buenas intenciones y la teoría, a la ejecución clara y consistente de medidas preventivas y represivas, todos aquellos que tienen esa encomienda, no importando el origen. Las revisiones se ponen rigurosas al fin de semana siguiente de algunos disturbios; luego volvemos a la intermitencia y el desorden. Algunas veces cierran calles, otras no. A veces te revisan dos o tres veces mediante varios filtros, a veces no. En algunos estadios se ven palos de banderas, en otros no. Luces de bengala sí, y luego no. Algunas rejas están sin candado de la tribuna a la cancha, otras no.
Es a golpe de latido de las distintas autoridades como se maneja el tema de la seguridad en los estadios. No hay manera de defender la eficiencia en general, aunque algunos hagan esfuerzos sostenidos en el tiempo. Ir a un estadio no tiene el mismo riesgo que hace 10 años; hoy es más peligroso. Claro que hay plazas más pacíficas que otras, pero no hay una referencia estandarizada en todas las ciudades que tienen futbol profesional en México.
Vendrá pronto alguna desgracia para empezar a cuestionar y revisar los procedimientos. Es la medicina preventiva la que no se administra en los tiempos correctos. Un partido de veto al Estadio Morelos por una multitud pateando a placer a los elementos de seguridad en la CANCHA, es una vacilada, o mejor dicho, una burla.
Si la sanción fuera de seis partidos, santo remedio. Si la pérdida de puntos fuera una opción, si no se permitiera jugar ese partido de veto a puerta cerrada, otra seguridad tendríamos. Pero hasta que se manche una tribuna veremos volver la moda de la aplicación de sanciones que corresponden a tan abominables descuidos. Y luego hacen cosas para el deslumbrón: poner a 100 policías para vigilar a cinco porristas visitantes. Pero en la estrategia integral hay tanta improvisación que hay que ir con el rosario en la mano al fut.
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@Javier_Alarcon_