La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


De la mano de Bill
 
"Murió mucho antes, cuando se le rompió el corazón al abandonar el Liverpool", afirmó Johnny Giles, el mítico volante irlandés del Leeds United, sobre el deceso de Shankly por una afección cardiaca en septiembre de 1981, seis años después de que Bill dejara de ser entrenador de los Reds.

Esta frase resume el amor que el estratega escocés le profesó a un

equipo al que llegó casi por casualidad, sin imaginar que con los años se convertiría en estratega legendario y una de las figuras más influyentes del futbol británico.

En el seno de una familia minera -compuesta por 10 hermanos, de los cuales fue el último de los 5 varones- William "Bill" Shankly nació el 2 de septiembre de 1913, en Glenbuck, East Ayrshire, Escocia.

Motivados por un tío, él y sus hermanos conformaron el equipo de la localidad. Después inició una prometedora carrera con el Carlisle United y el Preston North End, que sólo fue interrumpida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Así, con apenas 36 años, se convirtió en técnico.

Desde su llegada en 1959 hasta su partida en 1974, Shankly hizo de un equipo en decadencia -el Liverpool- uno de los clubes más temidos y exitosos de Inglaterra: ganó la liga 3 veces, la Copa en dos ocasiones, y la Supercopa, en cuatro; además de una Copa de la UEFA.

Ejemplos de la fidelidad de Shankly hacia los Reds sobran. Basta decir que varias veces llegó a sentarse en la tribuna como un aficionado más o que escribía "Anfield" cuando en la recepción de los hoteles le preguntaban acerca de su domicilio.

 
 
'¿VIENE DE MANCHESTER?'
 
A finales de los años 50, el Liverpool era un equipo, por así decirlo, venido a menos.

Relegado a la Segunda División desde 1954 y con las instalaciones del viejo Melwood convertidas en una pocilga, los Reds eran motivo de burla para los aficionados del Everton, el otro equipo grande de la ciudad y su más odiado rival.

En 1959, Tom Williams, el presidente del club, viajó a Yorkshire en busca de Shankly, quien ya había acumulado cierta fama como técnico. Un presentimiento le decía que Bill podía sacarlos del atolladero: no estaba equivocado.

Tras bromear un poco con él -Shankly le preguntó si era el Manchester United el que lo había enviado-, finalmente aceptó hacerse cargo del Liverpool, un club donde permanecería los siguientes 15 años y al cual se entregó en cuerpo y alma.

"Desdeñó todos los lujos, habitó una modesta vivienda a dos minutos de Anfield y condujo un discreto Austin durante la mayor parte de su vida", escribió Santiago Segurola en un reportaje para el diario Marca.

"Sólo lo cambiaba por un Rolls Royce cuando trataba de impresionar a los jugadores que pretendía fichar".

 
 
DIVIDE A MERSEYSIDE
 
Tres años tardó en subir al equipo a la Primera División, pero una vez ahí, Shankly y el Liverpool se dedicaron a coleccionar títulos; la rivalidad con el Everton había renacido y Bill no desperdiciaba la oportunidad de provocar a sus vecinos.

"Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y el equipo reserva del Liverpool" o "si el Everton jugara en el jardín de mi casa, correría las cortinas", fueron algunas de las "amistosas" frases que le prodigó a los de Goodison Park.

Pero no sólo The Toffees fueron blanco de los ácidos comentarios del escocés; siempre culpó al arbitraje de impedirle ganar el único trofeo importante que le hizo falta con los Reds: la Copa de Europa.

"El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego", dijo alguna vez.

 
 
VIVA LA REVOLUCIÓN
 
Socialista recalcitrante desde su juventud, Shankly trasladó los conceptos de humildad, asociación y generosidad al campo de juego, concediéndoles una importancia de la que nunca antes habían gozado.

Con un futbol que privilegiaba la posesión y el toque del balón, el técnico revolucionó -al lado de su staff, compuesto por Joe Fagan, Reuben Bennett y Bob Paisley- la manera de jugar del Liverpool y, en cierta medida, del futbol inglés.

"El futbol es un juego extremadamente simple. Consiste en dar y recibir pases, controlar la pelota y moverse para recibirla otra vez", sostenía.

También fue el primero en implementar las prácticas recreativas -cascaritas, pues- con minipartidos de 5 contra 5.

Y es que Bill se empeñaba en convencer a sus jugadores de que el futbol era más sencillo si se tomaba como una diversión más que como un trabajo.

"Muchachos, la vida es maravillosa. Sólo hace falta un poco de hierba y un balón", les decía.

 
 
'REDS', DE PIES A CABEZA
 
Pero la revolución vino no sólo en el campo de juego. A la limpia que hizo en el plantel y en la filosofía de juego, le siguió la que ordenó en el vestuario.

Bill tomó el "Boot Room" o "Salón de las Botas" -donde los jugadores colgaban sus zapatos tras los entrenamientos- y lo convirtió en su, digamos, centro de operaciones. Ahí, él y sus asesores se reunían para charlar y beber, y de vez en cuando hablar de estrategia.

Incluso, fue en una de estas reuniones que surgió, primero de manera informal y luego como una regla no escrita, la idea de vestir al equipo completamente de rojo, y no sólo la camiseta, con el short y las medias en blanco.

"Entró en el vestuario un día y le lanzó unos pantalones rojos a Ronnie Yeats. 'Ponte esos pantalones y veamos cómo te quedan', le dijo. 'Ronnie, estás imponente, aterrador. ¡Parece que mides 7 pies!'", recuerda Ian Saint John, jugador de ese equipo, sobre el episodio.

"¿Y por qué no lo hacemos todo rojo, jefe?", le sugerí. "¿Por qué no llevar también medias rojas? Salgamos todo de rojo", añade Saint John.

Shankly aceptó y en 1964, en un partido frente al Anderlecht, el Liverpool vistió por primera vez totalmente de rojo. A la afición le agradó tanto y los resultados empezaron a ser tan buenos, que pronto lo adoptarían como su equipamiento oficial.

 
 
EL OCASO Y EL ADIÓS
 
En 1974, por motivos aún no del todo claros y pese a los reclamos de la afición, Shankly dejó el banquillo de los Reds. Una despedida lejos de los micrófonos y los reflectores parecía improbable para Bill, quien sin embargo, así lo solicitó.

De llamar la atención resulta que, tras el cúmulo de éxitos obtenidos con el Liverpool, no recibió -¿o no quiso escuchar?- oferta alguna para dirigir.

Los malos entendidos con la directiva no enfriaron su relación con los jugadores, a los que visitaba regularmente y por quienes era nombrado todavía "Jefe"; tal situación no fue bien vista por los dirigentes, que le prohibieron la entrada al lugar que durante años él consideró su propia casa.

En 1981, Bill Shankly sufrió un ataque cardíaco del que logró recuperarse, sólo para recaer días más tarde y finalmente fallecer, en la madrugada del 29 de septiembre.

"You'll never walk alone", la canción adoptada por los fanáticos como himno, fue entonada varias veces en su honor en Anfield, donde además se mandó colocar una estatua suya con la leyenda "He made the people happy".

Sí, el Liverpool nunca caminará solo; lo hará siempre de la mano de Bill.

 
 
Bill Shankly
Ex técnico del Liverpool
 
 
"Algunos creen que el futbol es una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso".

 
"Si estás en el área y no estás seguro de qué hacer con el balón, mételo en la portería y después discutiremos las opciones".

 
"¿Qué alineación voy a sacar? No voy a revelar un secreto como ese al Milán. Si por mí fuera, procuraría que no se enterasen ni de la hora del partido".

 
"Cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la clasificación para ver cómo va el Everton".

 
"(A un jugador lesionado): ¡Quítate esa mariconada de venda... ¿y qué quieres decir con 'tu' rodilla? ¡Esa rodilla pertenece al Liverpool!".

 
 
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