Desaparición bien planeada
Aparentemente las cabezas de la FMF y de la Liga MX están tan "frikeadas" con las papas calientes que se crearon en los últimos días, que ya de plano aplicaron la desaparición como medida para no dar la cara en asuntos tan graves como los insultos racistas contra Ronaldinho y la cancelación tardía del partido Rayados-Chivas en el que Hiram Mier se
rompió.
A tal grado ha llegado el "poco deseo" de dar una postura oficial, que los altos mandos ya ni se aparecen en los eventos donde regularmente hay chance de ganar reflectores y coleccionar aplausos, como los torneos de menores que organiza la Liga, a los que no solían faltar.
Dicen por ahí que ambos prefirieron guardarse para esperar a que se calmen las aguas, lo cual anhelan que suceda antes de que se presente el tradicional balón rosa porque a ese evento no quieren faltar y su idea es llegar como si nada hubiera pasado, con todo y que el pobre de Hiram Mier esté mientras tanto en su cama sin poder mover mucho su pierna.
El héroe de la franela
Vaya lío que es ahora para los jugadores de Cruz Azul entrenar en el Estadio Azul por el tema de los parquímetros que colocaron en la Colonia Nochebuena, algo que casi cobra a su primera "víctima" cementera porque a un jugador se le olvidó dejarle las llaves al "franelero" que todavía existe en el lugar a pesar de las medidas para desaparecerlos.
Sucede que la persona encargada de revisar que cada coche tenga el boletito que da el parquímetro y que siga vigente, se percató de que el auto deportivo del ecuatoriano Joao Rojas ya había vencido y acto seguido echó un pitazo a los hombres de la camionetita con el inmovilizador, quienes llegaron casi a la velocidad de la luz, listos para poner la "araña" al carro del sudamericano.
Casi al mismo tiempo, el "viene viene" corrió al estadio y avisó que tenía casi todas las llaves de los autos de los jugadores, menos las de Rojas. Un vigilante bajó como rayo al vestidor y antes de 2 minutos apareció un utilero celeste que se salió del entrenamiento para llevar las llaves del coche.
En tanto, el que cuida los carros ya estaba poniéndole monedas de su bolsa al parquímetro y gritándole a los del inmovilizador: "aguántenme, aguántenme, ya va a estar".
Y sí, en cuanto se enteraron que era el auto de un futbolista, los tíos de la araña se esperaron a que les llevaran el papelito, las llaves y todo quedara en santa paz. ¿A poco con todos los automovilistas son así?
Joao se salvó de que le inmovilizaran su carro y de una buena multa y gracias a la retórica del "franelero", quien acabó vestido de "héroe".
san.cadilla@reforma.com