Inolvidable, olvidado
Llámenle Franz, Ferenc o Francisco. O mejor aun "El Oso Rubio", un histórico que defendió la meta del Barcelona en los años 20 y dirigió con maestría al Colo Colo chileno entre los años 30 y 50.
Franz Platko (Budapest, Hungría; 2 de diciembre de 1898) ha sido uno de los pocos jugadores cuya fiereza en el campo y don de gente fuera de él ha motivado una
oda en su honor, como la que le dedicó el poeta español Rafael Alberti.
En 1923, ante la intempestiva salida de Ricardo Zamora, la portería barcelonista encontraría un nuevo dueño en la figura de Platko, cuya agilidad y temple cautivaron de inmediato a los dirigentes del club blaugrana.
Además, Franz fue uno de los primeros trotamundos del futbol; como jugador, militó en 8 equipos de 6 países entre 1914 y 1933, mientras que como técnico lo hizo en 17 clubes de 9 ligas, de 1932 a 1965.
NAVIDAD EN CATALÁN
La primera vez que visitó Barcelona lo hizo con el MTK, campeón de su país, para la Navidad de 1922. Disputó dos partidos en un coliseo de "Les Corts" repleto y acompañado de figuras de la talla de Zoltan Opata, Molnar, Vago y Mandi.
Los dos encuentros terminaron 0-0 y en ambos hubo una figura indiscutible: Franz Platko.
Del otro lado, un monstruo de apellido Zamora defendía el arco blaugrana, aunque no por mucho tiempo; la partida del "Gran Ricardo" no causó demasiada zozobra entre la dirigencia catalana, que en los reflejos felinos del húngaro encontró a un digno sucesor.
Su facilidad para hacerse del balón por aire y la precisión con la que servía a sus compañeros quedaron demostrados el mismo día de su debut, en mayo de 1923, frente al conjunto inglés del Bishop Auckland. Su equipo ganó 5-0.
Con Platko bajo los tres postes, el Barsa fue 6 veces campeón de Cataluña, dos de España y uno de Liga.
LA 'ODA A PLATKO'
La última vez que Franz obtuvo la Copa de España fue en 1928. Para definir ese título debió disputarse una triple Final entre el Barcelona y la Real Sociedad, prórroga necesaria al no existir todavía el desempate a través de penaltis.
En el primero de esos tres encuentros, en el campo de El Sardinero, en Santander, el astro húngaro se comportó con tal valentía que inspiró a Rafael Alberti para escribir la "Oda a Platko". No era para menos.
"Cuando la Real estaba achuchando (agobiando) la portería catalana, su delantero centro, Cholin, en una posición envidiable, avanzó hasta la portería. Cuando el gol parecía inevitable, el guardameta Platko realizó una gran estirada y se arrojó sobre el pie del jugador, a cambio de recibir en la cabeza el golpe destinado al balón", publicó en un artículo el diario Sport.
Con seis puntadas en la cabeza, y desatendiendo las recomendaciones médicas, el guardameta se hizo un turbante de vendas, retomó su posición y contuvo los incesantes embates donostiarras, hasta que concluyó el encuentro, con un 1-1.
El mismo Alberti, antes de dar forma a su poema, narró lo sucedido aquel día.
"En un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los de la Real Sociedad que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto, pero con el balón entre sus brazos. Apareció de nuevo, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar".
Días después, aún impresionado, el poeta le dedicó unas sentidas líneas que el periódico "La Voz de Cantabria" reprodujo en su portada del 27 de mayo de 1928. Este es un fragmento:
"(...) No nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo (...)"
Finalmente, el Barcelona se llevó la serie 3-1 y el húngaro se elevó como uno de los inmortales del conjunto blaugrana, cuya portería defendió durante casi una década, en un total de 187 partidos.
LA PARTIDA A CHILE
Tras su retiro como jugador, Platko se dedicó a entrenar a varios equipos, primordialmente, en Sudamérica.
Pasó por el banquillo de los dos grandes de Argentina, River Plate y Boca Juniors, pero fue en Chile, con el Colo Colo, donde obtuvo sus mayores logros, al ganar los campeonatos de Liga en 1939, 1941 -éste de manera invicta- y 1953.
Como estratega, el "Oso Rubio" revolucionó el futbol andino al implementar el esquema "WM" -en números, 3-4-3- y la posición del "centro half policía" -el encargado de marcar al centro delantero-, con el que impuso una disciplina táctica inédita para la época.
En 1941, fue llamado a dirigir a la selección chilena para el Campeonato Sudamericano, a realizarse un año más tarde en Uruguay.
UN FINAL MISERABLE
El 2 de septiembre de 1983, en su apartamento de Santiago de Chile, el legendario guardameta falleció a los 84 años en medio de una profunda tristeza y en el total olvido.
Apenas el año pasado, tres décadas después, unas escalofriantes cartas dirigidas a la cúpula del Barsa -en su gran mayoría, no respondidas- fueron descubiertas y hechas públicas por Manuel Tomás, responsable del Centro de Documentación del club blaugrana.
"Durante los últimos años de su vida, Platko se hallaba enfermo y arruinado, y escribía desesperadas cartas al club desde Santiago en petición de ayuda (...) En el tramo final de su existencia insistió en sus peticiones desesperadas de socorro", informó Tomás.
Los textos reflejan con crudeza las penurias económicas y de salud que atravesó Platko hacia el final de su existencia.
"Me falta mucho (por) los gastos que tengo. El frío es insoportable, (debemos resistirlo) tapándonos con 5 mantas. (No podemos utilizar) ni la estufa, pues subieron 70 por ciento el gas y la electricidad. Ya no es posible vivir de esta manera", decía una de las misivas firmadas por Ferenc Plattkó, como él mismo corrigió, era su nombre de pila.
Incluso, llegó a ofrecer al club sus dos medallas de oro que le acreditaban como campeón de España en 1925 y 1928 a cambio de ayuda monetaria para él y su esposa Olga, enferma de cáncer.
"A lo mejor algunos socios pueden hacer colectividades para un verdadero héroe de la Final de Santander".
(...) ¡Oh, Platko, Platko,
Platko
tú, tan lejos de Hungría!
¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.
Y todos, todos se olvidaron.
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