Hay dos platillos que en otros tiempos eran suculentos y cuya versión de fin de semana puede ser desabrida.
Los duelos importantes se alimentan del fuego del nuevo enfrentamiento que resella su vigencia. No viven sólo de la inercia porque entonces el Atlante-Necaxa seguiría siendo un clásico del futbol mexicano pese a que ambos han caído en toda suerte de desgracias.
América-Pumas
es una combinación que despierta el apetito, las ganas de formarse en la taquilla -o de estar horas al teléfono consiguiendo un boleto con los sistemas modernos de venta- e invita a separar el día, verlo por televisión con la familia o con los compadres. Es un duelo que convoca.
Lo mismo sucedería con el Chivas-Cruz Azul del domingo.
El horario vespertino en el que el Guadalajara no termina de acomodarse y en el estadio que tampoco le ha venido bien, recibirán a La Máquina, que poco más, poco menos, pasa tragos igual de amargos. La diferencia es que los celestes viven en el penthouse de los cocientes en cuanto que Chivas despilfarró la ventaja que un día llegó a tener.
Así las cosas, el América es el único de los cuatro equipos mas populares de México -no digamos "grandes" para no herir susceptibilidades- que goza de cabal salud, se levanta en las mañanas con una sonrisa para irse al trabajo, y tiene animada a una afición que vuelve a creer en sus colores tras los enfados del torneo anterior.
Qué pasa con los demás es un diagnostico sobado que ya no levanta entusiasmo en la conversación. Cruz Azul da menos de lo que puede, Chivas hace cambios que no le permiten hacer sólido ningún proyecto y Pumas sufre carencias importantes de ideas y de buenos refuerzos pese a la ilusión que le da a su gente el regreso de Memo Vázquez al timón. Si se equivoca como sus antecesores, tiene el consuelo de que por lo menos es gente de casa. Así se piensa en algunas almas auriazules.
Una buena exhibición en ambos partidos no le es urgente sólo a los tres tristes involucrados, sino a la Liga misma.
Después de seis jornadas no ha depositado en la caja de lo valioso algún recuerdo que merezca permanecer demasiado tiempo. Los grandes goles, los partidos inolvidables y las gestas heroicas están todavía por venir.
Así, la jornada siete es terreno para sembrar ilusiones. Es decir, lograr lo que hasta el momento no se ha logrado ofrecer.
Pese a la diferencia entre algunos de los cuatro presupuestos -Pumas es el que va a la zaga- los equipos mencionados y que juegan entre si tienen una obligación mayor que el resto: en buena medida son el termómetro emocional de la Liga y el soporte de muchas otras cosas.
¿Podrán saldar parte de sus cuentas?
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