La doble moral de la NFL

Fernando Von Rossum
en CANCHA


Amables aficionados: como un barco que empieza a hacer agua, la NFL sigue inmersa en problemas éticos que empiezan a dar que pensar y a comentar que "algo huele a podrido en Dinamarca, y no es el queso".

Y no sólo es el comisionado Roger Goodell con su extraño sentido de justicia.

Ahora, la nota la dio nada menos que el Director de Arbitraje de la Liga, Dean Blandino, quien fue

detectado en una parranda con Stephen Jones, vicepresidente de los Vaqueros de Dallas, hijo de Jerry, el dueño del equipo, y también actor reciente en fotografías de índole delicada.

Muchos ejecutivos de otros equipos están furiosos por la percepción de lo sucedido. El que asigna los oficiales para cada partido, el que decide apelaciones, el que interpreta los reglamentos, para uno u otro lado, se ve bajando del autobús del brazo del hijo del dueño de uno de los equipos, acompañados de atractivas muchachas y entrando entre los destellos de las cámaras de los paparazzi al club nocturno donde proseguirían los festejos. ¿Pero a quién se le ocurre?

Yo pertenezco a una generación en donde, considero, se deben tener valores y asumir la responsabilidad de sus actos y creo que algunos merecen separación del puesto, pero también es muy claro que en estos tiempos "no pasa nada" y al final nadie es responsable.

Cierto o no, Blandino ya puso en duda la imparcialidad de su oficina y, mínimo, mostró una falta de criterio impensable en un puesto tan delicado.

Veremos qué desenlace tiene este asunto, pero como dijo un veterano ejecutivo de un equipo: recuerden que la NFL tiene dos niveles de justicia, la implacable, de entrenadores para abajo, y la amistosa de ese nivel para arriba.

Recordó el arresto reciente de Jim Irsay, dueño de Indianápolis, por manejar en total estado de ebriedad y sin que al momento se le haya molestado en lo más mínimo.

En fin, a la par de haberse iniciado ya los partidos de pretemporada, están los temas de lo que es o no correcto y en los que la NFL está saliendo reprobada.

Finalmente, qué vergüenza lo que hizo el público de Baltimore al dar una ovación de pie al golpeador de mujeres Ray Rice.

Con esos estándares solo falta que le monten en las afueras de su estadio una estatua a Jack el Destripador. Por ahora, hacemos una pausa...

 
fvrossum@reforma.com