Javier Aquino cerró la puerta una mañana y echó a andar a tierras desconocidas. El Villarreal, en Segunda División, fue su destino.
El Cruz Azul hizo los esfuerzos posibles, y se dice que tardíos, para que no se fuera. Para que adquiriera mayor madurez antes de ser exportado a Europa.
Enrique Meza fue acusado varias veces de no poner en el cuadro titular a Aquino. Tan desbordante,
tan hábil. Merecería tener mas tiempo para mostrar sus habilidades.
Alguien en el Cruz Azul comentó en corto que Javier no estaba listo para la titularidad absoluta. Le faltaba decidir mejor algunas cosas. Entre otras, la última jugada.
Nuestro personaje se fue a ayudarle al Submarino Amarillo a ascender a la Primera División. Jugó 12 partidos y, ya en la máxima categoría, tenía la gran oportunidad de manifestarse.
Al igual que en La Noria, a Aquino se le negaron los minutos que necesitaba para mostrarse mejor. Fue titular solo en 18 de los 38 partidos y marcó un gol. Vio muchas tardes importantes de su compañero Giovani dos Santos desde la banca, sentado e impotente y no combinando balones con el.
La noticia de que Aquino se va al Rayo Vallecano no es buena. El sufrido y digno equipo madrileño, con 14 altas en su plantel, toma todo lo que puede de donde puede, y si es a préstamo, mejor. Si el Villarreal tuvo un presupuesto de 50 millones de euros la temporada pasada, el Rayo tuvo 7.
Podríamos pensar que en Madrid, Javier Aquino va a jugar mas minutos. Pero esa asunción necesita hacerse realidad. Hay jugadores mas importantes que Javier en el plantel, que también han sido contratados y juegan su misma posición.
La campaña no va a ser fácil. El Rayo es un equipo que basa su juego en el esfuerzo, la solidaridad, algunas pinceladas de calidad y un entrenador que saca jugo a las piedras. Paco Jémez, joven y disciplinado, va a exigir mucho. Es candidato a ser el primer señalado si no le da a Aquino los minutos que suponemos merece.
Por lo sucedido en su trayectoria de clubes, en la Selección Nacional y la decisión del Villarreal de prestarlo antes que quedarse con él, Javier estará percatándose de que se está convirtiendo en promesa incumplida. No da el estirón; no se hace infalible.
Jugar en el Rayo es menos importante que hacerlo en el Villarreal. Eso no tiene vuelta de hoja.
Trascendente es que Javier sigue jugando en la Liga española y tiene la oportunidad de ganarse los minutos en el campo que le den la razón a sus cualidades.
¿Última llamada? Aquino deberá esforzarse como si lo fuera. Tal vez lo es.
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