Siempre he tenido especial atracción por las redes de las porterías; son de alguna manera, parte de un arquero. Porque sacar balones de la portería crea un vínculo con las redes, porque en no pocas ocasiones las jugadas, finalizadas en gol o no, terminan con el portero detenido y atrapado en las redes.
Un arquero no puede ignorar las mallas porque son el complemento de todo el escenario
donde uno se desenvuelve. Una portería sin redes es como una mesa de lujo sin mantel, o un libro sin portada. Se puede comer y se puede leer en ellos, pero ni la comida ni la lectura serán completamente satisfactorias.
Lo primero que observo en cualquier imagen que incluye una portería, son sus redes, y de inmediato imagino su elasticidad al recibir el balón con fuerza en una anotación. Qué diferentes fueron aquellos goles de Pelé en México 70, anotados en las rígidas redes del Estadio Jalisco, capaces de rebotar el balón hasta media cancha, en comparación con las profundas y acogedoras del Estadio Azteca en la Final, donde parecían bailar en cada uno de los cinco goles de esa tarde.
Una cancha de futbol solamente puede lucir completa y hermosa con las líneas bien pintadas y las redes instaladas adecuadamente.
La conclusión es simple: las anotaciones a un arquero le duelen menos en una portería con sólo tres postes y no hay golazos en arcos sin redes.
Recuerdo que de niño experimentaba una sensación extraña de rechazo a los goles en el estadio Tamaulipas: sus redes eran rígidas, además eran colocadas con dos tubos que iban desde la unión de poste y travesaño hacia el pasto de manera curva.
La relación del arquero y sus redes ha sido siempre estrecha, no por nada todos tenemos alguna foto en el interior de la portería y estirando la red.
¿Que sería de aquel primer gol de Yekini en Estados Unidos 1994 sin la red? Sí, el festejo dentro de la portería tras aquella primera anotación de Nigeria en una Copa del Mundo...
Aquella chilena de Raúl Jiménez ante Panamá únicamente fue creíble gracias a la validación que le otorgó el movimiento de la red.
El contacto del portero con su red implica dramatismo: algo anda mal cuando un arquero debe hacer contacto con su red.
Para un arquero es espantoso atajar en una portería desnuda, cuando se supone que el objetivo principal es que el balón no llegue a tocar la red.
Quizá porque los goles son inevitables (y al final de cuentas la esencia del futbol), las redes de la portería son parte de un arquero y, si bien los ritos previos al silbatazo inicial no les incluyen, la desnudez del arco es un rechazo hasta para quien debería ser el más afectado por su presencia.
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@Felixatlante12