No les correspondía a los alemanes, tan gallardos en la victoria de siempre como en la derrota que no acostumbran, festejar con un baile dejado a las interpretaciones según el uso de cada país.
Seguro que no pretendían ofender, fue una forma de diversión, pero resulta que son tan respetuosos de su protocolo, que alguien tiene que hacer la aclaración pertinente acerca de la no
premeditación, alevosía y ventaja respecto al profundo dolor argentino en materia futbolística, tras una derrota tan cara.
No quiero ser hipersensible ni purista, pero estoy seguro que en Alemania no hubiera caído bien, aun siendo tan liberales de mente, un festejo así en caso de derrota germana.
Tanto se elogió la calidad del vencedor mundialista de Brasil en Maracaná, que hoy cuesta entender a Miroslav Klose y compañía, quién o qué les dio el derecho a aludir a los gauchos derrotados en su festejo.
En las imágenes, de hecho, se nota a una multitud desconcertada por el ritual, que reacciona tardía y sorprendida, ante el llamado de sus héroes para comprender su actitud.
Argentina no recurrió al juego sucio para equilibrar el partido; de hecho, Alemania hizo más faltas. No entiendo por qué el mejor equipo del Mundial manchó la celebración de su título, sin preguntarse si las posibles interpretaciones de festejos hubieran podido ofender al derrotado, si nunca por su actuación y actitud, se lo mereció.
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