Sería injusto contar la historia de la Final de la Copa del Mundo desde la visión de los vencidos; desde el intermitente, cansado e impotente Lionel Messi.
Eso demeritaría las virtudes del campeón alemán.
Así pues, empecemos por los vencedores.
Alemania, campeón por cuarta vez en Mundiales de futbol, lo hace con todo merecimiento. Tiene a uno de los clubes más poderosos del
mundo en el Bayern Munich, la Liga más sana de toda Europa desde el aspecto financiero. También, la más atendida en entradas por taquilla. Su promedio es altísimo, y el 40 por ciento de los asistentes son mujeres.
Es en la que menos incidentes se dan entre aficiones. Son respetuosos de las reglas y del adversario. Y después de que fue eliminada la Selección en la Primera Ronda de la Euro 2000, fue objeto de un serio estudio en el que se involucraron el Gobierno, la Liga y los clubes: "¿qué hacer con la crisis que estamos viviendo?", era la pregunta a resolver. La contestaron entre todos.
El equipo que vimos jugar ayer en Maracaná es el resultado de todo esto, aunado a que su técnico tiene ocho años dirigiendo al equipo, y otros dos como asistente de su predecesor. En Alemania, salvo casos muy contados, el entrenador saliente le deja su lugar a su auxiliar principal.
Muchas virtudes de la organización del futbol alemán fueron descritas por CANCHA en los últimos días. Con el dato adicional de que seis jugadores campeones juveniles de Europa en 2009 fueron titulares con el hoy monarca mundial: el desperdicio de futbolistas en el camino a la Selección mayor fue mínimo.
Un partido de futbol puede tener muchas situaciones imprevistas que cambien la percepción de las cosas. El resultado avala y bendice los métodos con que se llega a el. Los teutones ganaron y todo se comprueba. Si el gol que falló Higuaín, o cualquier otra de las aproximaciones argentinas hubieran modificado el marcador, se hablaría del espíritu argentino y no del método alemán. Así son las cosas.
Pero como todo funcionó aún con la dificultad de los tiempos extra, ahora sí hay que hablar de Messi.
Lionel, mejor jugador del mundo, no puede equipararse por ahora a Maradona porque careció del espíritu para morir luchando. Para poner su resto, su último aliento por lo menos cuando la causa parecía perdida.
Pudo tener cansancio, una temporada de perros en la espalda. Pero por el motivo que sea, no fue el caudillo que esperábamos ante la gran oportunidad de coronarse, o por lo menos de mostrar todo su coraje. Tal vez la Copa del Mundo le llegó dos años tarde a Messi.
Alemania es campeón, y Argentina, equipo común, careció de su Rodrigo Díaz de Vivar. La ocasión invitaba a otra cosa.
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