Amables aficionados: la semana pasada, la ciudad de Pittsburgh despidió a uno de sus íconos, Chuck Noll.
El que tomó una franquicia que era el hazmerreír de la NFL y la transformó en una potencia, el que implantó una política de seriedad y profesionalismo que se continúa hasta este día, el que mostró gran talento para seleccionar universitarios que luego terminarían en el Salón de la Fama,
aquél que ganó cuatro Súper Tazones en seis temporadas, el que evitaba las luminarias y mantenía el perfil más bajo de cualquier entrenador de la Liga, el hombre que decía siempre que él era un profesor y que le encantaba enseñar.
Quién sabe qué sería de este renombrado conjunto si el entrenador de Penn State, Joe Paterno, no hubiera rechazado en 1969 la oferta de dirigir al equipo y si no hubieran firmado al joven Noll, quien contaba sólo con 34 años de edad.
Pero había tenido buenos maestros. Noll jugó en la NFL durante seis campañas como un guardia ofensivo pequeño, nunca sobrepasó los 100 kilos, pero tenía una gran inteligencia y era uno de los dos "guardias mensajeros" que el entrenador Paul Brown, en Cleveland, usaba alternadamente para enviar las jugadas al mariscal de campo.
Se retiró prematuramente para seguir su sueño de ser entrenador y fue asistente bajo las órdenes de Sid Gillman y Don Shula, dos de los mejores en la historia.
Sus primeros años al frente de Pittsburgh fueron duro; un juego ganado la primera temporada y marca de 12-30 después de tres campañas.
Pero, luego empezaron las selecciones colegiales "mágicas". En el primer año Joe Greene, luego Terry Bradshaw, Mel Blount, Jack Ham y Franco Harris, y en 1974, la carretada inolvidable de estrellas que incluyó a Lynn Swann, John Stallworth, Jack Lambert y Mike Webster. Todos, incluyendo a Noll, llegaron al Salón de la Fama.
Con este talento, los Acereros empezaron a ganar y en 1974 obtuvieron por primera vez en su historia el campeonato venciendo a los Vikingos de Minnesota. En los próximos cinco años repitieron dos veces sobre Dallas y en el último imponiéndose a Los Angeles.
Noll no volvería a ganar un título, pero los cimientos de la franquicia quedaron bien establecidos.
Noll fue muy activo fuera del terreno. Tenía licencia de piloto, le encantaba velear, disfrutaba del buen vino, la música clásica y era un ávido lector de temas de ciencia.
Murió en paz a sus 82 años.
Por ahora, hacemos una pausa...
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