La Selección Mexicana cumplió en Brasil con su mejor participación en Copas del Mundo... pero quedándose donde mismo.
Aunque contemplaron los Cuartos de Final (fuera de México) más cerca que nunca, estos encarrerados tricolores vieron abrupta y dolorosamente truncada su carrera.
Primero, durante 87 minutos desplegaron en términos generales mejor futbol que la escuadra holandesa;
pero después, en CINCO minutos, toda su propia historia se les vino encima.
Al margen del error arbitral que resolvió el partido (como "compensación" de otro error en sentido contrario), el conjunto mexicano no supo ni pudo dar ese salto de calidad que los grandes equipos dan en los momentos cruciales y en las zonas de definición.
Entre los imponderables del juego y el equivocado manejo de partido en pequeños pero muy importantes lapsos, de la antesala de lo histórico se pasó repentinamente al sótano de lo acostumbrado.
Ahora, queda por verse si los encargados de tomar decisiones le atinan al diagnóstico y saben rescatar las adecuadas enseñanzas de ésta que a pesar de los pesares fue una exitosa aventura mundialista.
Valorar lo realizado en su justa dimensión, distinguiendo los grandes aciertos para tratar de repetirlos, y los ancestrales errores para intentar erradicarlos.
Entender, entre otras cosas, que el buen desempeño se produjo de la noche a la mañana y casi casi como por arte de magia, gracias a Miguel Herrera y sus jugadores, pero a pesar de los dirigentes.
Evaluar con tino para progresar cabalmente, o resignarse a seguir frenando el inexorable progreso.
Que decidan los que deben y aprendan los que deciden.
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@rgomezjunco