¿Quién no verá el juego de mañana?, parece que sólo aquellos que tengan un impedimento o emergencia.
La hora, el rival, el lugar y la victoria con Camerún, aceleraron e incrementaron la expectativa. Hay esta sensación de que algo bueno pudiera ocurrir desde las dos de la tarde.
Pero vayamos por partes, Brasil es amplio favorito, pero necesitará un partido superior al que le hicieron
a los croatas.
Todos lo sabemos: no hay margen para parpadear, no hay lugar para distracciones ni indisciplinas.
México necesita un partido completo, lleno de personalidad y buen criterio para tomar decisiones. Exponer el balón sólo en la zona adecuada, ejercer un toque de balón práctico, corto, con ventaja para el compañero e intentar desequilibrar en mano a mano en tres cuartos de campo y solidaridad son tareas obligatorias.
Y paso a lo más obvio, y más difícil en nuestro historial: prohibido fallar en la pelota parada a favor y en contra.
Todo eso requiere México, además de intentar anular de manera repartida a Neymar. Recortarle el tiempo y la distancia al jugador que rompe esquemas con su capacidad para improvisar el juego, es otra prioridad.
El Tri llegará agrandado mañana y encontrará una tribuna dividida que lo motivará.
Miguel Herrera no tiene más que darles la bendición porque deben jugar los mismos que arrancaron contra Camerún; se lo ganaron.
La ilusión existe. ¿Quién no firmaría el empate?. México tiene enfrente una oportunidad histórica ante un rival que últimamente se nos pone un poco nervioso al enfrentarnos.
En la parte física no hay problema; México tiene para competir. Veremos temple y habilidades sujetos a examen. Hoy puede ser un gran día para el futbol mexicano. Así debemos esperarlo.
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@Javier_Alarcon_