No hay ni la menor duda que la fiesta en Bahía está 200 veces mejor que en Natal o Recife. Aquí la gente sí está feliz de tener la Copa del Mundo. Todos sonríen, todos están en otra frecuencia.
La noche del domingo que llegué desde Recife, con todo y que el vuelo estuvo retrasado, tuve la suerte de tener un taxista extremadamente simpático. Mi limitado portugués me permitió hablar incluso
de política y cuando le pregunté al chofer de qué partido es Lula, me dijo que del PT: Partido de ladrones. Me he reído como 20 minutos, en serio. Muy simpático el señor.
En cuanto llegué al hotel ya me estaba esperando mi amigo Marco Rea. Nos fuimos a una placita como a dos cuadras del hotel donde había muchísima gente, una fiesta total con aficionados principalmente brasileños, pero también alemanes, portugueses y hasta gringos.
Estuve platicando con un ciudadano americano de padres michoacanos que vive en Chicago y que se vino a la aventura mundialista con presupuesto limitado. Después me puse a charlar con unos bahianos súper simpáticos, quienes me explicaron perfectamente cómo llegar al estadio y tomé nota.
Ayer, con apuntes en mano, tomamos el camión rumbo a la estación de metro de Lapa para ver el Portugal-Alemania, y con la sorpresa de que FIFA canceló el servicio, ya que la estación del estadio está a pocos metros. Siempre nos hacen caminar al menos 2 kilómetros, por el miedo a un ataque terrorista. Ni modo.
De la estación de metro tuvimos que caminar con un solazo incandescente que de cualquier manera es preferible a la lluvia que nos persiguió en los partidos anteriores.
A la hora del partido, la zona de hospitalidad fue un verdadero insulto. Aunque los lugares eran relativamente aceptables, para acceder a la misma nos hacían bajar varias escaleras, caminar un par de docenas de metros y luego volver a subir para poder comer unas brochetas de pollo bastante malas, unas bolitas de queso y bebidas sin restricción (de esas no hay queja).
El problema es que regresando a nuestros lugares, me encontré con gente que había pagado muchísimo menos por sus boletos que nosotros, lo que francamente nos pareció un insulto.
Imagínense, nosotros desembolsamos alrededor de mil 100 dólares por esas entradas y a los brasileños de al lado les costaron 350 reales, que son como mil 750 pesos; y eso que ellos los compraron de última hora directamente en taquilla de FIFA.
Del partido no diré mucho, aborrezco a Cristiano Ronaldo desde hace muchísimos años y su actitud solo reforzó mi opinión. Aguas con Alemania, desde el inicio lo pronostiqué para campeón y creo que con lo visto hoy no me va a contradecir.
Al momento de escribir estas líneas estoy a punto de abordar mi avión de regreso a Recife, donde tenemos nuestra base. Espero llegar a las 23:30 horas y al hotel hasta la 1:00 de la madrugada.
A dormir lo que se pueda, porque hoy la levantada es a las 5:00 de la mañana para estar en el aeropuerto a las 8:00 y volar a Fortaleza para ver al Tri.
Aún no decido con mis amigos si llevaremos unas botargas especiales de México que mandamos a hacer para la ocasión, y que en el primer duelo contra Camerún no pudimos estrenar por la lluvia. Ya mañana les cuento.
@hungaro_camara