En esta Copa del Mundo, a lo largo y ancho de este enorme país, el tiempo de traslados dentro de las grandes ciudades o entre las sedes, es indeterminado e incierto. No hay manera de saberlo, le cuento:
De Natal a Manaus no son más de 2 horas de vuelo sin escalas. Mi itinerario establecía que debía ir a Recife y de ahí, directo, a la capital de Amazonas. Apenas llegué a Recife con el
tiempo muy justo para cambiar de avión, personal muy atento de la línea aérea me indicó el camino que debía seguir hasta la puerta de embarque. Con el inequívoco gesto de: 'apúrale', me recibieron a la puerta del avión, tomé el asiento que indicaba mi pase de abordar y, mientras recorría el pasillo, me despertó cierta curiosidad ver a decenas y decenas de aficionados ticos en el avión y varios uruguayos. Pensé que quizá irían por unas horas a Manaus, para luego trasladarse a Fortaleza, lugar donde jugarían sus Selecciones el día 14.
Luego de casi dos horas de vuelo aterrizamos mientras Chile vencía con autoridad a Australia...
Descendimos del avión y en la banda de equipaje mi maleta no apareció, pero al acercarme al personal de la línea aérea escuché, al mismo tiempo, que me estaban tratando de localizar; me identifiqué y de inmediato la señorita me llevó de la mano hacia la terminal, donde me entregó con otra dama que me pidió correr. No entendía la prisa si solamente se trataba de mi equipaje. Quizá alguien más lo tenía y querían que lo identificara. Me llevó a un control de seguridad donde me entregó con una tercera mujer, quien ya me indicó que me encontraba en Fortaleza, no en Manaus, y solamente me esperaba a mí el avión para llevarme. No hice más preguntas y corrí. De nuevo, sólo esperaban por mí, esta vez fui recibido por la sobrecargo con una sonrisa y me pidió amablemente que tomara un asiento disponible.
Apenas despegamos, se escuchó: el tiempo estimado de vuelo a Belem es de una hora y 50 minutos... Me levanté como impulsado para saber lo que sucedía y me dijo que sí, que la instrucción era que abordara ese vuelo.
En Belem me localizaron y me pidieron que aguardara instrucciones. Poco después me indicaron que debía abordar una vez más el mismo avión que, ahora sí, me llevaría a Manaus tras dos horas más de vuelo. Rodeado de ingleses e italianos llegué a la sede del juego entre ambos como a las 3 am, luego de casi 9 horas de viaje y, quizá lo más sorprendente, con mi equipaje en el mismo avión.
A la mañana siguiente desayuné con Joaquín Beltrán, su descripción fue perfecta: "llegamos anoche tardísimo desde Río, haciendo 'patitos' por ciudades desconocidas".
Tal parece que la magia de esconder y aparecer el balón, tan tradicional en la Verde-Amarela, no se limita al futbol, sino a otras actividades como los vuelos con tiempos y rumbo inciertos que, al final, terminan en el destino indicado...
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@Felixatlante12